"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El director uruguayo Federico Veiroj participa este año en el Jurado de la sección Horizontes Latinos que otorgará el Premio del mismo nombre a la mejor película latinoamericana, dotado con 35.000 Euros. Veiroj (Montevideo, 1976), junto con Ilse Hughan y Manuel Pérez Estremera, han visionado ya más de la mitad de los títulos que compiten este año: “Los miembros del Jurado vemos las películas en el pase del cine, con públicos distintos, impresiones diversas y, además de la calidad de las películas, todo influye en nuestro juicio: los aplausos, los silbidos, el ánimo, todo”.
Aunque aún es temprano para valoraciones, Veiroj opina que la selección de títulos “está bastante bien cuidada, es variada, y refleja muy bien lo que se está haciendo”.
“Para mí –añade– es un honor estar aquí de jurado, sobre todo con dos personas tan importantes del cine, tanto Manolo Estremera como Ilse llevan mucho tiempo vinculados al cine latinoamericano; es un privilegio, la verdad”.
Federico Veiroj inició su carrera en el cine en 2004 produciendo y dirigiendo cortometrajes. Su primer largo, Acné (2008), fue premiado en 2007 en la sección Cine en Construcción del Zinemaldia, galardonado después en Los Angeles y La Habana, y fue también nominado a los Goya en 2009 como Mejor Película Hispanoamericana.
A su juicio, la sección Horizontes Latinos es “una ventana importantísima para todas las películas latinoamericanas que participan. Sin duda, San Sebastián se ha caracterizado siempre por ser el festival más importante para el cine latinoamericano en Europa. Hay otros festivales, por supuesto, importantes, pero éste es la puerta para que la producción latina entre en Europa y se vea, para que puedan acercarse a ella los programadores, los distribuidores, para acceder a ayudas, a colaboraciones en proyectos, y también, sin duda, aquí hay un público muy -muy especializado”.
Este año, el cine de Uruguay está presente en el Festival con varios ejemplos: Gigante, de Adrián Biniez, El cuarto de Leo, de Enrique Buchichio y La vida útil, del propio Federico Veiroj y seleccionada en Cine en Construcción. “Es una selección interesante, opina, sobre todo teniendo en cuenta cómo están las cosas en el cine uruguayo, en la que la producción no es abundante, aunque sí hay calidad. La cinematografía uruguaya –añade– ha crecido notablemente en los últimos diez años. De dos o tres películas por año a finales de 1999 se ha pasado a cinco y siete largometrajes. Está claro que es positivo que haya ideas para ponerlas en marcha y buenas historias para contarlas. Estoy acordándome de ejemplos como Whisky (2004), de Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella”. Sin embargo –aclara– “todavía son películas aisladas, porque la producción uruguaya no es aún una industria, es un país pequeño, y el personal técnico no puede vivir sólo del cine”.
Desde hace un año, en Uruguay funciona el Instituto del Cine del Ministerio de Cultura que fue creado como forma de apoyar y desarrollar proyectos cinematográficos, “que ayudan con una parte del presupuesto y aunque no garantizan que la película se realice, es un avance importante”. También destaca la relevancia de la proximidad con Argentina para la cinematografía uruguaya, en lo que se refiere a colaboración técnica, al trabajo de los profesionales y la facilidad con el idioma, entre otros aspectos.
A este respecto, no ve inconvenientes ni rivalidades entre países: “Creo que el cine no es un tema de naciones ni de defender lo propio. Creo que es bueno porque, sean de donde sean, a mí me interesan las películas, no tanto las nacionalidades. Por ejemplo, la proximidad con Brasil o Argentina siempre es algo positivo. De hecho, hay producciones uruguayas apoyadas por las instituciones del cine argentino. En Uruguay no hay laboratorios y tenemos que ir a Argentina, su cercanía es importantísima.