"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Siempre interesado por dar a los contenidos de sus filmes el mayor realce posible, no resulta extraño que Richard Brooks utilizara el contexto genérico del westernpara apoyar y extender su discurso de cineasta: ecológico en The Last Hunt (1956) y Bite the Bullet (Muerde la Bala, 1975); contra el intervencionismo americano en Vietnam en The Professionals (Los Profesionales, 1966), que podría seguir siendo aplicado a casos recientes como el de Irak. Hasta cierto punto es comprensible que éste sea su western más prestigioso, como fruto (y consecuencia) de la época en que nació: la segunda mitad de los años sesenta; para apoyar tal reconocimiento cuenta con una secuencia magnífica con cierto aire de tragedia griega: el diálogo de Jesús Raza (Jack Palance) y Bill Dolworth (Burt Lancaster) emboscados entre las rocas de un agreste desfiladero llamado “el paso del coyote” a propósito de la vida y la muerte, la naturaleza humana y la revolución. Menos prestigiosa quizá, Bite the Bullet muestra el aspecto más didáctico de Brooks (a quien, con permiso de Max Aub, a veces traicionaban sus buenas intenciones), al dibujar, si bien con varios años de retraso con respecto a los caminos que había seguido el género, un paisaje agónico y una tipología en vías de extinción: los caballos, el cowboy, la idea misma de filme itinerante que se encontraba en la base del western evolucionado. The Last Hunt es más humilde y, a la vez, más significativo. El discurso ecológico apunta aquí a la caza indiscriminada de búfalos entre 1853 y 1893, condenando a estos animales al exterminio, y el dramático a las diferencias entre quienes cazan para vivir y viven para cazar. Sandy McKenzie (Stewart Granger), ex cazador de búfalos reconvertido en ganadero, se ve enfrentado por las circunstancias a un cazador en activo, violento, racista, Charlie Gilson (Robert Taylor), definido como “ un arma de fuego con cara de hombre”, cuyo ideario se resume en las frases “ cuanto más se mata más hombre es uno” y “matar es la mejor prueba de que uno está vivo", y que al oír el sonido de un percutor siempre reacciona llevando una mano hacia el revólver. Es llamativo que el personaje de Charlie esté interpretado por Robert Taylor, un impertérrito galán hollywoodiense, y que el enfrentamiento final de ambos no pase por el habitual tiroteo sino haciendo morir congelado al villano, sentado sobre la nieve, con el fusil entre las manos y la mirada fija en la entrada de la cueva donde se encuentra apostado, en la que es, sin duda, la imagen más fantasmagórica legada por Brooks al western. The Last Hunt se distingue por la tristeza de su tono, que deja para el recuerdo un paisaje espectral donde la llegada del frío adquiere tanta importancia como los huesos de los búfalos dispersos por el árido suelo y quemados por el sol.
José María Latorre