"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El cineasta mexicano Gustavo Montiel y el productor Pablo Rovito cuentan que se conocieron hace años en un encuentro de escuelas de cine latinoamericanas y, desde entonces, siempre habían querido hacer una película juntos. Con Marea de Arena ese sueño se ha hecho realidad y, después de Guadalajara y Canadá, llegan a Donostia para presentar lo que llaman “una película iberoamericana sin artificios”.
Marea de Arena cuenta la historia de Juan, un fotógrafo obsesivo que, decidido a retirarse del mundo, se lleva a su familia a la Patagonia argentina. La separación de la pareja, la nueva relación de Mar y, sobre todo, el conflicto por quién se queda con el pequeño Martín, encadenan los acontecimientos hasta el trágico final. La Patagonia es, sin duda, la protagonista principal en la cinta y lo que condicionó también su realización. “El viento lo derrumbaba todo, relata el director Gustavo Montiel, y no había manera de montar ni grúas, ni movimientos de cámara, así que tuvimos que conseguir una estética más austera, con la cámara anclada y trabajando más la puesta en escena”. La cuidadísima fotografía –obra del argentino-mexicano Carlos Rossini– enmarca y refleja la propia obsesión del protagonista, convirtiéndose en un decorado de lujo: “Aunque se presta a ello, no queríamos explotar el paisaje, hemos buscado que sea sólo el espacio emocional de la historia, eludiendo el preciosismo, pero ¿cómo te puedes
resistir a la estética de ese mar o ese vacío?”
Montiel explica que su largometraje “trata de dos enfermedades: la del síndrome de alineación parental, que tienen muchas parejas que se separan, y uno secuestra al hijo para que el otro no lo vea; y la otra es la enfermedad del amor,esa pasión que se puede convertir en obsesión y hasta en algo peor”. A su juicio, son las relaciones familiares lo que, en nuestros días, necesita una reorientación porque “nos llevan a la posesividad, la dependencia, y ahora prima ese modelo de padre ejemplar que cambia pañales y cocina frente al de la madre que descuida a los hijos por su carrera o su vida y a la que todos critican”.
Elogio de la coproducción Gustavo Montiel Pages (México DF, 1954) realizó su primer largometraje Entre Paréntesis en 1982 y posteriormente se ha dedicado sobre todo a la enseñanza en el Centro de Capacitación Cinematográfica de la capital de su país, donde ha impulsado la producción de las óperas primasde los alumnos. En 2006 dirigió Limbo, un experimento en digital, que ha precedido a Marea de Arena.
Montiel se ha rodeado de un equipo que “representa mitad y mitad a los dos países en todo: actores, equipo técnico, todo el grupo”, en lo que él considera un ejemplo real de lo que es una coproducción, “sin artificios ni imposiciones, en una hermosa combinación de gente latina”. A su juicio, aunque se habla mucho del cine iberoamericano y de las necesarias relaciones entre unas y otras cinematografías, eso no se concreta, las estructuras no acompañan. Un ejemplo: “Los encuentros entre iberoamericanos pueden llegar a ser sesenta por año, pero luego yo tengo mil problemas para poner dinero en una película argentina”.
Pili Yoldi