"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Érase una vez un director que tuvo que recitar un poema para hablar de su país. El tercer largometraje de Mohammad Rasoulof, Keshtzar Haye Sepid/The White Meadows, traslada al espectador a algún lugar de Irán cubierto por aguas saladas e inhóspitos islotes.Con un cuenco, un embudo y una jarrita, Rahmat visita a los habitantes de las islas para recoger sus lágrimas. Ése ha sido su trabajo desde hace muchos años y nadie se pregunta por qué o para qué lo hace. En las islas lloran de dolor y le entregan sus lágrimas a Rahmat. Él las recoge, trata de consolarlos y se va.
Es, según el actor Mohammad Shirvani, “un amargo poema que el director decidió recitar”. En palabras de Rasoulof, el objetivo de la historia, como en la poesía, “no ha sido dar un mensaje claro sino reaccionar sobre las condiciones en las que vivimos en Irán y que la censura no me permite mostrar de manera más desvelada”. Mohammad dice verse “obligado a volver a mi espíritu oriental, a la cultura y la literatura antigua de mi país para crear una historia con la que se puedan sacar conclusiones reales sobre la realidad de mi tierra, que vive una dictadura en la que debemos aceptar las cosas tal y como el gobierno las plantea tanto a nivel físico como mental y artístico”.
“Irán tiene una cultura llena de mitología y contar cuentos es un elemento muy arraigado en nuestra sociedad”, ha destacado el director de producción, que también ha querido subrayar que esta película es un relato que se enriquece de la mitología, la cultura, los colores y las personalidades de los iraníes. A través del retrato que se hace de las tradiciones ancestrales el director manifiesta que ha querido transmitir que “Irán es una tierra de contradicciones, muy distinta a las demás, y que está realmente llena de sufrimiento”.
Precisamente por la realidad sociopolítica de su país natal, el director iraní se encontró con no pocas dificultades a la hora de llevar a cabo este proyecto. En la rueda de prensa explicó que al bajo presupuesto y a las duras condiciones geográficas y climáticas de la zona de rodaje –al noreste del país– se sumó el inconveniente principal: “Cualquier cineasta que quiera realizar una película sin la ayuda ni la influencia del gobierno no consigue los permisos para hacerlo. Por eso hemos tenido que rodar básicamente en la clandestinidad”.
A lo largo de su intervención los tres representantes de la película han querido recalcar la compleja e inestable situación que atraviesa su país desde las últimas elecciones y han dejado claro que “los iraníes no quieren la bomba atómica sino la libertad”.
Itziar Otegi