Cuando me quedaban setentapáginas para acabar de leer la novela tenía ya la cabeza llena de cine. Es una de esas historias que te provocan, te inspiran, te hacen imaginar, soñar cosas, ver planos. Y esto me ocurre muy pocas veces”. Lo decía Fernando Trueba, el director de la película El Baile de la Victoria, que ayer se presentó en la Sección Oficial, y que encontró en la obra de Fernando Skármeta la mezcla de humor, tragedia y elementos políticos, unos personajes maravillosos y un romanticismo que “le inspiró”. La definió como su película de ficción “más libre” y aseguró que está llena de esperanza, aunque tenga su parte trágica.
La nevada cordillera de los Andes enmarca la ciudad de Santiago de Chile, donde la adolescente bailarina traumatizada y el famoso ladrón de bancos abandonado por la familia son salvados por el vitalismo de un joven ex recluso, Ángel, encarnado por Abel Ayala. El actor argentino,que deambuló durante días por las calles de Santiago y se mezcló con vendedores ambulantes para empaparse del espíritu de su personaje, ha aportado, según Trueba, su propia personalidad. Ayala reconoció que se volcó en el personaje y, haciendo reír a todos los presentes, dijo que no se dejó abrumar por la presencia en el rodaje de un actor de la talla de Ricardo Darín: “Yo también tengo que trabajar ¿no? y de igual a igual”. Ricardo Darín, llega a Donostia con dos películas de la Sección Oficial, una a concurso y otra fuera de competición. Explicó, con humor, que es su manera de dar respuesta a su doble personalidad: “Yo soy bipolar, por un lado ultra competitivo a niveles insospechados y muy crueles, y por otro estoy muy relajado y tranquilo, y casi no me levanto de la cama hoy por eso”.
El personaje de Victoria lo encarna Miranda Bodenhöfer, una bailarina profesional chilena que no había hecho cine antes, aunque la experiencia le ha encantado y no descarta seguir por este camino.
Fuera de competición
El Baile de la Victoria se presenta en San Sebastián fuera de competición, “lo mejor” en opinión de Fernando Trueba: “El cine muchas veces se lleva a un mundo muy competitivo y no hay nada menos competitivo que el arte”. En este sentido, no consideró que el hecho de que su película haya sido seleccionada signifique que esté ya en la carrera por los Oscar, aunque beneficie al filme porque atrae al público.
Placer por todas partes
Rodeado del equipo de la película, en el que reina un ambiente estupendo, Fernando Trueba se mostró encantado de volver a San Sebastián: “España es un país que perdió hace mucho tiempo el imperio, afortunadamente, y en lo único en lo que hemos sido número uno en el mundo es en gastronomía y dentro de eso San Sebastián es el lugar donde mejor se come del mundo”. Aseguró que el Festival forma parte de la vida de todos los que hacen cine, y si no se viene a competir, como es su caso, mucho mejor: “No hay más que placer por todas partes”.
Skármeta: «El autor no debe interferir en la visión del director»
El autor de la novela original, el escritor Antonio Skármeta, se confiesa admirador de Trueba, por lo que la propuesta de llevar al cine su obra le encantó. Sin embargo, considera que el autor no debe interferir en el impulso que el director quiera dar a una obra, por lo que propuso a Trueba que escribiera una primera versión de guión con lo que veía en la novela. Skármeta intervino más tarde para revisar el guión que escribieron Fernando Trueba y su hijo Jonás. Un trabajo en grupo que el escritor definió como armónico: “A Fernando y a mí nos unen una serie de afectos, musicales, cinematográficos… de manera que al comunicarnos sobre cualquier duda, ésta se aclaraba rápidamente con algún ejemplo tomado de la música o del cine”.
Antonio Skármeta ve en esta película a un protagonista central, la ciudad de Santiago de Chile: “La manera en la que está fotografiada y sentida es absolutamente dramática, se ha concentrado en el centro de Santiago, una ciudad en la que convive la más alta modernidad con una marginalidad que parece de otro siglo”.
El autor de la novela original tiene un breve papel en la película, como crítico de danza. Una actuación que él reduce a “aparición”, porque asegura que no quiere “profanar el arte de los verdaderos actores”.
Argi Dorronsoro