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Hunger, la película del británico Steve McQueen centrada en la huelga de hambre que los presos republicanos irlandeses, liderados por Bobby Sands, protagonizaron en la prisión de máxima seguridad de Maze en 1981, cosechó ayer una prolongada salva de aplausos tras su presentación en el Kursaal. Otro tanto cabe decir de las intervenciones que, en el posterior coloquio, protagonizaron los actores Michael Fassbender y Liam Cunningham, que agradecieron el interés demostrado por el público, que, terminada la proyección, seguía abarrotando prácticamente la sala.
La película ha sido calificada con adjetivos como dura, cruda o claustrofóbica. “Eso es precisamente lo que buscaba el director, trasladar a los espectadores al interior de la prisión, de modo que pudieran percibir todas las sensaciones; yo diría que incluso el hedor”, afirmó Fassbender.“Esa crudeza no impide en absoluto que, en mi opinión, McQueen haya realizado una auténtica obra de arte”, añadió.
Fassbender, que encarna a Bobby Sands, aseguró que participar en la película ha sido toda una experiencia. “Dudo que vaya a interpretar un papel tan importante en la vida”, afirmó. El trabajo ha sido intenso e incluso su caracterización física es espectacular, pues no en vano adelgazó hasta los 59 kilos para interpretar los últimos momentos de Sands.
Cunningham, que da vida a Dom, un sacerdote que intenta convencer al preso de que desista en su empeño, destacó que la de Hunger es más una historia humana que política, aunque, evidentemente, con un conflicto de fondo. “Yo diría que refleja cómo una mala política puede tener consecuencias lamentables sobre las personas”.
Habla de las condiciones en que vivían los presos republicanos, diez de los cuales murieron en aquella protesta, pero no elude que, mientras duró, el IRA mató a dieciséis funcionarios de prisiones. “En ese sentido –dijo Cunningham–, lo que muestra la película es lo que pasa cuando el diálogo no funciona, es decir, la violencia. La única situación aceptable en política es que las personas hablen las unas con las otras”.
Interpelados durante el coloquio sobre si están al corriente de la actual existencia de presos vascos en huelga de hambre, ambos manifestaron estarlo. “Y también –añadió Fassbender– de lo sucedido este fin de semana (en referencia a los atentados de ETA) y de las relaciones históricas entre Irlanda y el País Vasco. Hay que hablar, no hay otra solución”.
Reconocieron que, hace apenas unos años, en Gran Bretaña hubiera sido imposible hacer una película como ésta. “Estas cosas sólo se pueden hacer cuando la herida está un poco cerrada –señaló Cunningham–. Hoy en día, Bobby Sands es un personaje odiado y amado a partes iguales, pero con la particularidad de que concita en torno a sí a personas de ambas comunidades. La cuestión es que todos tenemos una responsabilidad con los otros, que es el respeto. Y hay que tender un puente con la otra parte del conflicto. Existe un personaje en el filme, un funcionario de prisiones, que simboliza precisamente esa necesidad”.
Los diálogos en Hunger son mínimos y, sin embargo, Fassbender y Cunningham protagonizan una conversación ininterrumpida de varios minutos prácticamente en un solo plano. A través de él, tanto Sands como el sacerdote expresan sus convicciones.“El reto estaba en hacerlo con tal intensidad que el público quedara atrapado; fue como un combate de boxeo”, confesaron.
Hunger es el primer largo-metraje como director y guionista del reputado artista británico Steve McQueen, que con este trabajo obtuvo la Cámara de Oro de la sección Un Certain Regard en el último festival de Cannes.
M.A.