Desde que Francis Ford Coppola dotó de profundidad a sus papeles de adolescente, hasta sus excelentes interpretaciones recientes en Crash y Factotum, Matt Dillon ha madurado como uno de los actores con mayor personalidad y carisma del cine estadounidense. Su atractivo físico y una mirada desafiante, le sirvieron para conseguir sus primeros papeles. Nacido el 18 de febrero de 1964 en New Rochelle (Nueva York), Matthew Raymond Dillon estudiaba en la Hommocks School cuando fue descubierto por un cazatalentos que le dio sus primeros papeles. Pero fueron dos películas dirigidas por Francis Ford Coppola, The Outsiders (Rebeldes, 1982) y Rumble Fish (La ley de la calle, 1983), las que destaparon las posibilidades de Matt Dillon, que supo alejarse del estereotipo de ‘duro’ dotando a sus personajes de una melancolía y una humanidad que distinguieron pronto su siempre rotunda presencia, en la línea de míticos actores como Marlon Brando y Paul Newman.
Gene Hackman se convirtió en su mayor influencia cuando ambos actores coincidieron en el thriller Target (Agente doble en Berlín, 1985), de Arthur Penn y poco después interpretó al jugador de The Big Town (Mano de oro, 1987). Lejos de querer encasillarse en el cine de gran producción, se puso al servicio de un director entonces muy poco conocido, Gus Van Sant, que le dio uno de sus más impactantes papeles, el heroinómano de Drugstore Cowboy (1989). Con Gus Van Sant repitió años después, junto a Nicole Kidman, en To Die For (Todo por un sueño, 1995). Para entonces ya había encontrado en el cine independiente un espacio propio para mostrar su versatilidad, desde el ambiguo personaje de A Kiss Before Dying (1991), de James Dearden, a comedias románticas de autor, como Singles (1992), de Cameron Crowe; Beautiful Girls (1996), de Ted Demme (que compitió en el Festival de San Sebastián); o Grace of My Heart (1996), de Allison Anders, antes de volver al thriller, dirigido por Kevin Spacey, en Albino Alligator (1996).
Aunque considera que la comedia es lo que le resulta más difícil, ha demostrado sus posibilidades en el género con películas como In & Out (1997), de Frank Oz o su hilarante papel de investigador privado en There’s Something About Mary (Algo pasa con Mary, 1998) de Bobby y Peter Farrelly.
Aficionado al footing, a la música cubana, al coleccionismo de discos de vinilo y fan de los New York Mets de béisbol, Matt Dillon se estrenó como director de cine con el excelente y atmosférico thriller ambientado en Camboya, que también escribió, junto a Barry Gifford, y protagonizó, City of Ghosts (La ciudad de los fantasmas, 2002). Otro actor, Kevin Bacon, le dirigió en Loverboy (2005), antes de que Matt Dillon se convirtiera en Henry Chinaski, el alter ego de ficción del escritor Charles Bukowski, en una de sus mejores interpretaciones, en Factotum (2005), de Bent Hamer. Su papel de policía perverso y sensible al mismo tiempo en Crash (2004), de Paul Haggis, le procuró sendas candidaturas al Oscar y al Globo de Oro como Mejor Actor de reparto, y ganó por ese mismo filme el Independent Spirit Award, un premio que ya había recibido en 1990 como Mejor Actor por Drugstore Cowboy.