"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El personaje Allen diría en una película del director Allen: empecemos por el principio. Y el principio es que Allen, Woody, nació como Allan Stewart Konigsberg en Brooklyn, Nueva York, en el seno de una familia judía. En esta frase están condensados los tres elementos que van a configurar la vida y la carrera de uno de los más grandes cineastas del siglo XX (y XXI). Nueva York, la ciudad de sus sueños, sus pesadillas, sus amores, sus obsesiones; la familia, tema dominante en alguna etapa de su cine; ser judío, un hecho cultural incuestionable que ha determinado todo su pensamiento, su humor y su escritura cinematográfica.
Allan, que ya era Woody porque así le llamaban sus amigos, tenía 17 años cuando empezó a escribir chistes en una vieja máquina. Nunca pudo imaginar que poco después los chistes iban a convertirse en su medio de vida. Dejemos aquí la prehistoria y saltemos al cine, pasando antes por el teatro donde sus monólogos hacían desternillarse de risa al público y anunciaban lo que iba a ser su futuro: “Creo que repasaré para vosotros algunos de los hechos más destacados de mi vida privada y los pondré en perspectiva”. Eso es lo que ha estado haciendo desde que en 1965 aparece por primera vez en una pantalla. Cuatro años más tarde decide dar el salto al otro lado con una comedia de humor negro: Take the Money and Run ( Toma el dinero y corre). Durante los primeros setenta, Allen se dedica a aprender a dirigir y a hacer reir con historias delirantes (Bananas....). Su encuentro con Diane Keaton le impulsa hacia otro tipo de cine más maduro, con un sentido del humor más sutil. Entre Annie Hall y Manhattan, Allen se coloca en primera persona en las historias que cuenta y con ello realiza algunos de los títulos más memorables de su filmografía. La llegada a su vida de Mia Farrow le lleva a hacer un tipo de cine donde el personaje de intelectual neurótico, judío y urbano entra en colisión con un mundo más conservador y burgués representado por las muchas familias que llenan sus diez años de convivencia. En los que sin embargo despuntan de vez en cuando algunas películas más heterodoxas como Zelig, Another Woman y Shadows and Fog.
En los últimos doce años, Allen ha reconducido su cine, y con él su personaje, hacia historias mucho más variadas. Casi siempre con Nueva York como escenario, Manhattan Murder Mystery (Misterioso asesinato en Manhattan), Bullets Over Broadway (Balas sobre Broadway) o Small Time Crooks (Granujas de medio pelo). Pero ampliando la perspectiva de la que hablaba en su monólogo hacia otras ciudades (París o Venecia), otras realidades y otros personajes. Ahora, tras casi cuarenta años de carrera y más de treinta películas, convertido en referente de varias generaciones de espectadores, el personaje de Allen podría decir en una película de Allen al recibir el merecido Premio Donostia del Festival de San Sebastián: “escribir y dirigir películas no es un trabajo sino una manera de disfrutar personalmente”. Él haciéndolas, el público viéndolas.