"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
En las distancias cortas Paolo Sorrentino resulta tan imprevisible, elegante y excesivo como muchos de los personajes que pueblan su filmografía. Contesta a los periodistas de pie, mientras se fuma un puro pasando de un tema a otro. Como Parthenope, protagonista de su último largometraje, parece tener todas las respuestas y las que no, las improvisa. Puro caos, puro genio.
¿Qué le llevó a contar esta historia?
Parthenope nace de una reflexión. En los últimos años me ha dado por pensar que nuestras vidas, debido a que cada vez son más largas y más contradictorias, atesoran una cierta épica. Todos nosotros somos héroes y sobre todo las mujeres. Las mujeres tienen una pátina heroica superior a la de los hombres debido que las dificultades a las que tienen que enfrentarse son superiores a las de los hombres.
¿Diría que es una historia sobre la belleza?
No, no es una historia sobre la belleza. Se trata más bien de una historia sobre una mujer que recuerda momentos importantes de su vida hasta conferir a esta una dimensión sagrada; momentos que tienen que ver con los amores perdidos, las ilusiones, las desilusiones, las oportunidades que dejamos escapar, la asunción de ciertas responsabilidades…
A propósito de su novela más famosa, Gustave Flaubert dijo “Madame Bovary soy yo”. ¿Usted le parafrasearía a propósito de Parthenope?
Parthenope no soy yo pero tiene cosas de mi: la pasión por la libertad, por la espontaneidad, unas ganas de vivir no exentas de melancolía y un irrefrenable deseo de arrojarme a los brazos del futuro.
En todo caso, Parthenope es una mujer bella que debajo de esa superficie esconde una complejidad que nadie es capaz de percibir. Resulta una representación bastante exacta de lo que es Nápoles, ¿no?
Un gran escritor italiano llamado Pontiggia decía: “Nada puede ocultarse mejor que lo evidente”. En este sentido, tanto Parthenope como la propia ciudad de Nápoles exhiben todo su esplendor, pero en ese deseo de exhibirse hay un misterio. Esta contradicción, a mi modo de ver, resulta fascinante.
Después de haberse entregado al encanto de Roma, sus dos últimos largometrajes le han devuelto a su ciudad natal, ¿por qué?
Fue la mano de Dios no era un film sobre lo que me inspira una ciudad como Nápoles, era una evocación de mis propios recuerdos juveniles en la ciudad. A partir de ahí me quedó el deseo de rodar una película donde pudiera mostrar lo que me conmueve de esta ciudad. Por eso me impuse hacer una película como esta pero ahora que la he hecho ya puedo dejar de hablar de Nápoles por una temporada (risas).
Parthenope es una mujer libre, curiosa, inquieta, que busca tener todas las respuestas. ¿Por qué decidió que el personaje estudiara antropología?
Porque quería aproximarla a mi propia manera de ser. Yo, más que cineasta, a veces me siento un antropólogo, me interesa saber como actúan las personas, conocer por qué hacen lo que hacen, por qué se comportan como se comportan. Quería retratar a un personaje que a través de su pasión por la antropología pudiera penetrar en universos que, de entrada, le están vetados. Y eso es un poco también lo que justifica mi trabajo como cineasta.
En la película aparece Gary Oldman en un breve pero importante papel. ¿Cómo fue trabajar con él?
Fue sencillo, trabajar con los más grandes siempre es sencillo, y Gary es uno de los cinco mejores actores del mundo. En una entrevista le leí decir que le gustaría trabajar en una de mis películas... ¿Qué iba a hacer? Es como si Maradona te dice que quiere jugar al fútbol contigo.