"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Sandra Romero (Écija. 1993) siempre ha sido una apasionada del cine y una gran admiradora del Festival de San Sebastián. No es la primera vez que nos visita, ni mucho menos. Su primera experiencia en el Zinemaldia se remonta a su participación como jurado joven, y en aquella lejana ocasión, mientras veía las películas de New Directors, no podía imaginar que años más tarde volvería a la ciudad para presentar en esa misma sección su primer largometraje. “He vuelto muchos años al Festival como espectadora, hay muchas películas que me han marcado y me hace especial ilusión participar en esta sección que apuesta por narrativas que no encajan o no se ven habitualmente. Es un riesgo muy sugerente”, comenta la cineasta andaluza.
Romero estudió Periodismo en Sevilla y Dirección de Cine en la ECAM. Nada más terminar la escuela empezó a escribir sus guiones. Como directora, ha presentado los cortometrajes Una habitación propia (2018), estrenado en el Festival de Sevilla, El perro de un torero (2022) y Por donde pasa el silencio (2020), que ganó la Biznaga de Plata al mejor cortometraje en el Festival de Málaga. Con ese proyecto participó en la Script Station del Festival de Berlín y las Residencias de la Academia de Cine y es en él en el que está basada su ópera prima que ahora trae a San Sebastián y que presentó ayer entre ovaciones en el Kursaal 2.
En Por donde pasa el silencio emprendemos un viaje (que acaba resultando introspectivo) de la mano de Antonio, un joven de Écija que reside en Madrid. Aquí ha construido una vida y ha crecido y madurado como persona. La película comienza cuando Antonio tiene que volver a Écija, una ciudad en el interior de Andalucía, después de mucho tiempo en la capital. Allí se reencuentra con su familia y, en concreto, con su hermano mellizo Javier, que tiene una discapacidad física y necesita su ayuda. Entramos entonces en la dinámica de esta familia y grupo de amigos, y asistimos como espectadores al conflicto en el que entra Antonio entre su ‘yo’ de la ciudad, más cercano al presente y al futuro, y su ‘yo’ de su hogar, perteneciente al pasado. Antonio tendrá que manejar esta situación y enfrentase a una difícil decisión: quedarse y ayudar a los suyos o volver a la vida que ha construido fuera.
La película aborda con impactante autenticidad el conflicto de identidad que atraviesa el protagonista, que de repente se siente sin pertenencia real en ningún sitio. “Es difícil irse a vivir fuera y regresar a casa sintiéndose de fuera. Impacta y confunde darse cuenta de que tenías un lugar y una voz en la familia, pero ya no la tienes”, explica Romero. “Una familia es un conjunto de personas que no se eligen, hay unas raíces y un sentimiento de codependencia muy fuerte, sobre todo entre hermanos, que sobrepasa el amor o la lógica y muchas veces no se pueden establecer límites y se acaban sobrepasando”.
Romero supo mientras editaba el corto del mismo nombre que quería trasladar esta historia al largo. “Vi la extensión de lo que quería contar, necesitaba indagar más a través de las relaciones familiares en general y de los hermanos en particular”.
La cineasta, además, también ha dirigido tres capítulos de la serie Los años nuevos (2024), creada y codirigida por Rodrigo Sorogoyen, y que fue estrenada fuera de concurso en la Mostra de Venecia.