En octubre de 1956, el Cineclub FAS de Bilbao convocó y se convirtió en la sede para la I Reunión Nacional de Cineclubs, encuentro histórico al que asistió en representación del Cine Club San Sebastián el abogado José María Aycart Orbegozo, figura influyente tanto en su labor de mediación y formación de públicos, como en el círculo intelectual guipuzcoano, en una época marcada por la injerencia del régimen franquista y la burocracia diocesana en la actividad cultural. Esta última, encarnada en forma de Comisión, supervisaría y promocionaría aquel encuentro nacional.
La editorial, publicada en el folleto de mano que recogió la memoria y las conclusiones de la reunión, se dirigió a todos los cineclubs españoles en activo, alegando la urgencia y la necesidad de adoptar por parte de los intelectuales católicos y laicos una actitud “inteligente y plena de caridad” frente al cine, actividad calificada por algunos círculos como una “simple diversión tosca”. Poco tiempo antes de aquella reunión, Aycart había sido miembro del jurado por la OCIC (Oficina Católica Internacional del Cine) en la 17º edición del Festival de Venecia, que concedería el premio a Calabuch de Luis García Berlanga. El cineasta valenciano también figuraba entre los asistentes del encuentro y su película recién premiada se proyectaría como parte de la programación de la reunión.
En el encuentro, al que asistieron treinta cineclubes de distintas provincias del Estado y varios representantes de instituciones culturales (entre los asistentes apenas figuraban tres mujeres), se sentarían las bases para la conformación de la Federación Nacional de Cineclubs, de la que Aycart sería vicepresidente. Por petición expresa en la asamblea general celebrada meses después en Madrid, el primer alcance de la Federación sería contar con una calificación ‘especial’ por parte de la Comisión Superior de Censura y su rama en la Junta de Clasificación para las proyecciones en el marco de los cineclubes, apelando a su naturaleza no comercial.
En 1958, tras ser nombrado concejal del Ayuntamiento de San Sebastián, José María Aycart entró a formar parte del Comité Ejecutivo del Festival de San Sebastián, posición que, como recuerda José Luis Tuduri, serviría de impulso para dar otro lugar al cine, haciendo que el certamen atendiera con mayor rigor el ejercicio de la programación y poniendo en marcha actividades paralelas de estudio y formación.
Cabe recordar que entre finales de la década de 1950 y principios de la de 1960, el Cine Club San Sebastián colaboró estrechamente en la organización de las sesiones retrospectivas y coloquios del Festival, así como en la puesta en marcha de los Cursos de Estudios Fílmicos que, en 1959 durante su tercera edición, acompañaron, por ejemplo, las sesiones del homenaje a René Clair, la primera retrospectiva en la historia del certamen. Estos cursos serían el antecedente inmediato de las Jornadas de Escuelas de Cine que celebraría el Festival al año siguiente, no sin sus resonantes controversias, y que devendrían en lo que hoy es una sección como Nest.
La habilidad mediadora y diplomática del abogado donostiarra sería fundamental en una época paradójica para la exhibición cinematográfica, siendo un engranaje entre entidades con más o menos símiles objetivos, como la Oficina Católica Internacional del Cine, Acción Católica Española, la Federación Nacional de Cineclubs o la Asociación Diocesana de Cine, todas ellas bajo vigilancia de distintas entidades gubernamentales franquistas.
Aycart falleció seis décadas después de haber fundado junto a Javier Aguirre y Antxon Eceiza el Cine Club San Sebastián, cuya memoria documental, con folletos de programas y textos de divulgación, entre otras maravillas de varios años de proyecciones y coloquios, así como la tarjeta aquí compartida, forman parte de su fondo personal actualmente custodiado por Artxiboa.
Juliana Arana