"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El cortometraje Etorriko da (eta zure begiak izango ditu) de la vasca Izibene Oñederra (que compite por segunda vez en la sección), es la única película de animación presente en esta edición de la ecléctica Zabaltegi – Tabakalera. Una historia que nació contagiada por la pandemia. “No sé si diría que la inspiración directa es la pandemia, pero desde luego sí ha marcado la atmósfera: todo lo que estábamos viviendo en el confinamiento, todo aquello de los balcones, la sensación de saturación en todo, ha llegado al corto”, explicaba su autora. Pero su historia en concreto nos habla, con imágenes, música y sonidos, sobre la llegada de una crisis climática, en forma de nube tóxica, y sobre cómo afecta a una comunidad de personas, tanto como colectivo, como individualmente a sus distintos miembros.
“Quería centrarme en una comunidad concreta, con unos personajes definidos que se cruzan entre ellos, y contar instantes de vida de esos personajes justo lo suficiente para entenderlos. Son retratos mínimos de personajes y los roles que desempeñan en esa comunidad (particularmente sus distintos estratos sociales, necesidades y responsabilidades respecto a la crisis). Cada personaje es retratado en contraste con los demás”, exponía Oñederra.
Todo fue dibujado durante la pandemia, pero con distintas técnicas y estilos. No obstante, los dibujos no nacieron específicamente para esta historia, sino de forma autónoma: “Tiendo a trabajar dibujando, dibujando, dibujando… Porque generalmente dibujo sobre cosas que no entiendo, sobre lo que no funciona bien. El dibujo me permite tratar de comprender. Pero hago que cada dibujo tenga sentido en sí mismo, al margen de que luego lo vaya a utilizar o no en una animación. A mí no me gusta comenzar directamente con el storyboard de una historia. Me gusta descubrir cómo los dibujos que tengo se pueden desarrollar, cómo pueden entablar asociaciones posteriores. Y durante el propio proceso de la película puedes volver a los dibujos y encontrarles nuevas conexiones”.
Pero en esta película Oñederra ha trabajo de antemano la estructura de su film más que en trabajos anteriores, que sí buscaba que fueran un poco caóticos, muy libres. “Aquí quería una estructura más definida. Quería que apareciera un mundo que fuera una fracción de algo más amplio. Porque esa especie de crisis climática no está sucediendo sólo en esa comunidad, es algo más amplio y global”.
La música de Javier Ucar juega también una función esencial en una película en la que no hay diálogos. “La música tiene tanta importancia como la imagen en una película. Y en la animación es especialmente importante”, opinaba Oñederra. “Y aquí, con esa doble vertiente del corto, combinando realidad y distopía, era muy complejo adaptar el sonido”.
Entre lo real y lo distópico, entre lo distópico y lo mesiánico, entre lo mesiánico y la esperanza humana. Son dialécticas que convoca esta historia y que pueden encontrar su síntesis en ese verso de Cesare Pavese (“vendrá la muerte y tendrá tus ojos”) que da título al film. “Tenía otro título antes, pero era demasiado explícito. El caso es que estaba con ese verso en la cabeza continuamente, no sé por qué. Al final me di cuenta de que en esa frase podía estar condensada la película. Pero quité la palabra muerte, y así queda más abierto. Quizás lo que llegue no sea la muerte, sino una nueva generación que sí sepa hacerlo mejor frente a la crisis climática”.
Gonzalo García Chasco