"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El cineasta peruano Salvador Del Solar vuelve a Donostia y repite en Horizontes Latinos con su segundo largometraje Ramón y Ramón. Su ópera prima, Magallanes recibió el Premio de la Industria Cine en Construcción en el Festival de San Sebastián 2014 y participó en el certamen un año después.
En el film, Ramón, protagonista que interpreta Emanuel Soriano, recibe las cenizas de su padre durante el confinamiento, con quien mantenía una relación distante. Un día Mateo llega al edificio donde vive Ramón, tras haber pasado la cuarentena en un hotel. A pesar de sus diferencias, surge entre ellos una conexión que los lleva a emprender un viaje a Huancayo, lugar de origen de su padre, para esparcir sus cenizas.
La película cuenta con el respaldo de El deseo, productora de Almodóvar: “Quizás una manera de sintetizar el aporte de Almodóvar a la humanidad sea el deseo. Para un director peruano o una productora como Tondero, poder tener el acompañamiento del deseo es sentir que estamos haciendo algo bien”, confiesa Del Solar. Para el cineasta, “volver al Festival, al que para muchos es el festival más lindo del mundo, en compañía del deseo después de casi una década, es un sueño hecho realidad. Estoy en la ruta que anhelaba”.
El actor español Álvaro Cervantes comparte que la primera vez que le llega esta historia es, curiosamente, en el Zinemaldia: “Conozco al productor de Tondero, Miguel Valladares, y me cuenta que Ester García de El deseo les ha hablado de mí a él y a Salvador para que forme parte de esta coproducción. Al poco de terminar el Festival nos reunimos en Madrid. Yo no había leído el guion y Salvador me lo contó de viva voz y la historia me enamoró, me enamoraron ellos, sentí que tenían algo muy potente que querían contar. Cuando recibí el guion, me confirmó lo que sospechaba. Este ha sido uno de los rodajes más bonitos que he vivido y siento un agradecimiento enorme con este equipo, que ya es amigo”.
Sobre el proceso de creación de su personaje, Soriano cuenta que su trabajo “era disponer las emociones y el cuerpo, más allá de trabajar las escenas, porque luego llegaba el encuentro con Álvaro, que me tenía bastante nervioso porque no sabía cómo iba a ser la química entre nosotros, pero todo superó mis expectativas”. Añade que tuvo que trabajar “la dureza que tiene Ramón, esa necesidad de curar esas heridas para empezar a entregarse a ese abrazo”.
El cineasta afirma que la situación en Perú es parecida a la que vive Argentina con su cine: “Ven a la cultura y al cine en particular como un adversario político. No nos podemos explicar sin el cine, es por eso que esta posición es inexplicable. El cine es una invitación, todas las personas que tengan un comentario inmediato contra el cine deberían aceptar la invitación y ver cine. Renunciar a esos prejuicios. Si viniera un extraterrestre a preguntarnos qué tipo de seres somos no seriamos capaces de explicarlo sin el cine”.
Antes de acabar, no quiere irse sin mencionar su agradecimiento a los actores y, en particular, los protagonistas: “la película podría titularse perfectamente Ramón y Mateo”.
María Aranda Olivares