"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Hay dos aspectos que resultan inmediatamente destacables en el hecho de que El llanto concurra a competición por la Concha de Oro en San Sebastián: que se trate de la película de un debutante, el español Pedro Martín-Calero; y que sea una película de terror. Ninguna de estas circunstancias es inédita en el Zinemaldia, pero no deja de ser una apuesta que se sale de lo más común (lo cual, por otro lado, también caracteriza a un Festival valiente en la toma de decisiones).
Para su primer largo, Martín-Calero ha contado con la colaboración en el guion de una de las guionistas más reconocidas del cine español, Isabel Peña, habitual en los filmes de Rodrigo Sorogoyen, un elemento que seguramente ha sido determinante para que el trasfondo de la película trascienda al puro género de terror y ofrezca también una patente lectura social. Cuando las distintas mujeres de esta película, en distintos países y épocas, sufren la violencia por parte de una presencia aterradora e invisible (salvo cuando es captada por una cámara) nunca son creídas. “Es demasiado común que no se crea a las mujeres víctimas de la violencia. Te pone los pelos de punta”, indicó Peña.
Por eso esto, El llanto no es una película de terror tópica. De hecho, su director reconoció no ser tampoco un “fan duro” del género, por lo que no tenía las referencias habituales demasiado marcadas. “Quería plantearme el reto de salir de los lugares comunes. Esta es una película de un terror diferente, más sutil, mucho más psicológico que físico. Un film en el que se apuesta mucho por la cámara, porque se confía en las atmósferas. Quería huir de la estética habitual del género, y eso lo hicimos con la luz, mucho más realista de lo habitual en el terror. Y también con el tipo de estructura de la narración”, explicó Martín-Calero.
Precisamente su particular estructura es uno de los rasgos más definitorios de la película, ya que la narración no es cronológica y va saltando entre países y momentos históricos, con el denominador común de esa figura criminal cuya presencia aterradora de algún modo heredan las distintas mujeres que protagonizan el film. “Esto tiene un sentido tanto formal como en relación a lo que estoy contando. Fondo y forma van de la mano”, dijo el director. La guionista amplió el enfoque del porqué de esta elección: “Se trata de mostrar la ubicuidad del horror: es un horror capaz de viajar en el tiempo y en el espacio”.
Esa decisión de carácter narrativo conduce asimismo a la necesidad de un reparto internacional. La acción sucede entre España, Argentina y Francia, de manera que son las actrices Ester Expósito (española), Malena Villa (argentina) y Mathilde Oliver (francesa) quienes encarnan los distintos personajes femeninos que son víctimas de ese horror ubicuo.
“Así debería ser con todo: traspasar las fronteras y los idiomas”, comentó Oliver. Juntas ayer las tres en San Sebastián, no fue así durante el rodaje, ya que cada cual hubo de rodar su parte correspondiente por separado y no conocieron el trabajo de sus compañeras hasta ver el montaje final. “Conocíamos el guion de antemano, pero fue como ver otra película”, dijo Expósito, y añadía Villa: “Es sorprendente ver después todas las conexiones que se establecen entre nuestros personajes”. Una conexión que para Expósito existe porque “en la vida real hay una red común, invisible, entre las mujeres incluso sin conocernos”. Y apuntalaba Villa: “Es que no es tanto una película de terror como una historia de mujeres”.
Gonzalo García Chasco