"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
David Pérez Sañudo (Bilbao, 1987) vuelve al Festival de San Sebastián y repite su paso por la sección Nuevos Directores con su segundo largometraje Azken erromantikoak / Los últimos románticos, que se estrenó ayer en el Kursaal 2.
No es frecuente que un director opte dos veces al premio Kutxabank New Directors, pero tampoco es imposible, ya que al premio optan primeros y segundos largometrajes, y este último es el caso del director bilbaíno. Su primera vez en el Festival de San Sebastián fue en 2020 con su ópera prima, Ane (New Directors, 2020), que después de obtener el premio Irizar y el premio al mejor guion vasco en el Festival, se hizo con los Goya al mejor guion adaptado, mejor actriz protagonista y mejor actriz revelación, y fue nominada en las categorías de mejor película y mejor dirección novel.
En Azken erromantikoak / Los últimos románticos, Sañudo adapta la novela homónima de la escritora alavesa Txani Rodríguez. En el film seguimos a Irune, una mujer insegura, solitaria y con tendencias hipocondríacas, que trabaja en una fábrica de papel situada en las afueras de un pueblo industrial. Es un pueblo pequeño, en el que prácticamente todo el mundo vive de la fábrica de papel y así ha sido durante generaciones, como lo fue en su día para el padre de Irune. Sin embargo, ahora las cosas no son como antes: sus padres ya no están, su trabajo en la fábrica está en peligro e Irune tiene dificultades para gestionar la situación. Esto genera una crisis interna para la protagonista, que ha crecido en un mundo y con unos referentes que ya no existen y que exterioriza como puede, lo que le genera problemas en su relación con los pocos que la rodean, tanto vecinos como compañeros de trabajo. La herencia de valores sociales que le habían dejado ya no le sirven, y los pocos apoyos que conserva también se tambalean. Esa crisis se dispara cuando se detecta un bulto en un pecho.
Esta adaptación literaria fue un encargo de las productoras La Claqueta e Irusoin, pero el cineasta se declara un gran lector y conocía de sobra la novela éxito en ventas. Para la adaptación, Sañudo ha vuelto a trabajar mano a mano con la guionista malagueña Marina Parés, con la que ya había trabajado en Ane. Adaptar una novela tan introspectiva era todo un reto. La novela destaca por las reflexiones: en sus páginas seguimos los pensamientos de la protagonista, que tiene un gran mundo interior y que, al contrario que en su relación con los demás, en sus pensamientos tiene un gran sentido del humor. La gran pregunta era: ¿cómo transmitir esto en la gran pantalla? “Desde el principio tuvimos claro que no queríamos usar voz en off, por lo que el trabajo de Marina Parés fue crucial para representar a Irune y su propio viaje de madurez en la pantalla. Después Miren hizo el resto”.
Miren Gaztañaga es la encargada de dar vida a Irune con un trabajo de gran exigencia física y mental, acercándose a la incomodidad y enfrentándose al personaje de forma naturalista. El resultado es un film delicado, sutil y bonito con un final que lanza Sañudo para que completen los espectadores.