"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Tardes de soledad es el primer documental puro que hace el director catalán Albert Serra, pero guarda total coherencia con el resto de su filmografía y su forma de entender el arte cinematográfico: “Lo que he hecho es buscar con la cámara cosas que no se ven con los ojos humanos. Partiendo de la realidad, pero amplificando, estilizando, entrando un poco en el terreno de la fantasía. Es decir, lo que he hecho en todas mis películas”.
Hacer un documental partía de un compromiso previo del autor de Pacifiction (2022), pero ningún tema le interesaba hasta que pensó en la tauromaquia. “Es un tema cercano y extremo que podía resultar interesante”, explicó. Inicialmente el proyecto se planteó como contraste entre dos toreros diferentes con sus distintas personalidades, Pablo Aguado y Andrés Roca Rey. De hecho, conservan el material del primero, pero terminaron centrándose exclusivamente en el segundo, registrando faenas suyas en catorce corridas distintas, además de sus momentos de preparación, sus rituales, y sus conversaciones con sus compañeros de cuadrilla. “La elección del torero fue casi un proceso de casting no tan diferente al caso de una película de ficción”, dijo Serra, que quiso también agradecer la generosidad de Andrés Roca.
Lo controvertido del tema no se le escapa al realizador. “Me parece ridículo enfocar una obra de arte por el tema que trata. La obra de arte está ahí por sí misma. Yo trato de mantener una perspectiva pura e inocente. Sin apriorismos. Sabía que era un tema controvertido, claro, pero eso no me afectaba. No puedes estar pendiente de lo que diga la gente porque, en ese caso, no harías nada. Yo me he focalizado en captar momentos e imágenes”.
Y continúa: “Puedo admitir que sí hay cierto posicionamiento en el sentido de que yo sí tengo cierta fascinación por la tauromaquia y siento aprecio por el torero. Pero mi película está al servicio del cine y del arte, y no de ninguna causa. Siendo algo mío es seguro que esta película iba a ser algo comprometido con la estética y el lenguaje del cine. Soy honesto con la expresividad de las imágenes y tengo que hacer una película que sea internamente coherente.”
Lo que tenía claro el director es que no buscaba un enfoque folclórico o sociológico de la tauromaquia, porque eso ya se ha hecho. Quería algo que no se hubiera visto antes y para eso emprende un proceso de búsqueda a través de las imágenes filmadas y los momentos captados bajo el criterio exclusivo de las consideraciones estéticas y la fascinación de la imagen. Le repiten a menudo en la película los miembros de su cuadrilla a Andrés Roca que él es la verdad del torero. Esa búsqueda de verdad es aplicable al método de Serra, aunque en su caso aderezado de cierta fantasía, ironía y elementos conceptuales, como el miedo: “El miedo forma parte de todos. Por eso el miedo y saber tratarlo es uno de los grandes temas de esta película”, explicó Serra.