El cineasta argentino Luis Ortega presenta en Horizontes Latinos El jockey, tras su paso por el Festival de Venecia. En el film, Remo (Nahuel Pérez Biscayart) es un jockey muy popular con un comportamiento un tanto destructivo. Esa inestabilidad comienza a mellar su talento y boicotear su relación con Abril (Úrsula Corberó), su pareja en el film. El día más importante de su carrera sufrirá un grave accidente que le liberará de su identidad. Ahí empezará su periplo con el objetivo de encontrar su verdadera identidad, si es que solo existe una.
Ortega vuelve al Zinemadia tras una larga carrera como cineasta: “Han pasado más o menos 25 años desde mi primera película. No he aprendido mucho de la vida, pero sí a filmar mejor, estoy mejorando”, comenta el director. Esa primera película de la que habla es Caja negra (2002, Made in Spain). La segunda, Monobloc (2005), fue seleccionada para Cine en Construcción Toulouse 2005 y participó en Horizontes Latinos en San Sebastián. Títulos como Los santos sucios (2009), Verano maldito (2011) y Dromómanos (2012) fueron los siguientes; este último obtuvo el premio a la mejor dirección en el BAFICI. Lulú (2016) recibió seis nominaciones a los Cóndor de Plata argentinos y El ángel (Perlak, 2018) se estrenó en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes, fue nominada al Goya a la mejor película iberoamericana y ganó diez premios Cóndor de Plata.
El proyecto de El jockey, seleccionada para Proyectos Ibermedia – Coproducción 2022, empezó por un vagabundo que ortega conoció en la calle: “Todo el mundo lo conoce en Buenos Aires. Tengo la teoría de que se desdobla y de que hay varios porque está en distintos barrios a la vez, parece sacado de otra dimensión”. Afirma que un día comenzó a seguirlo por la calle y vi que entraba en todas las farmacias. “Cuando lo fui a abordar en la tercera farmacia me dijo: ‘En todas las farmacias peso cero en la báscula, no existo, pero, ¡me están siguiendo!’, y se fue corriendo. Ese concepto de no existir, pero sentir que te están persiguiendo me pareció una buena premisa”, concluye.
El hecho de que el protagonista fuera un jinete llegó posteriormente a través de un amigo que le llevó al hipódromo y “en seguida pensé que este personaje podía ser un jockey que se cayó del caballo, se despertó en el hospital, cogió el abrigo de visón, el bolso y los zapatos de una señora que estaba ahí y se largó. El vagabundo también iba vestido de mujer cuando lo conocí y fue una inspiración para la película”.
Para Ortega era “muy interesante abordar la posibilidad de que uno en esta vida puede ser muchas cosas o que se manifiesten otras cosas que ha podido ser en otra vida: un bebé, una madre, un vagabundo…”. La gestación de la idea coincidió con su futura paternidad: “El tema de los bebés me tenía atormentado. No sabía qué tipo de padre iba a ser y entré en un momento muy errático. Me generaba mucha ansiedad y la película está también atravesada por la idea de la paternidad. La madre del bebé me dijo: ‘tendrías que morir y nacer de nuevo. Me pareció un poco fuerte, pero me sirvió para la película”.
Al estreno en Donostia le acompañan Nahuel Pérez Biscayart y Úrsula Corberó. El actor argentino afirma que “el magnetismo es central en el proceso creativo de la película. Un set dura mucho tiempo y si no está ese elemento magnético que genere comunión es muy difícil trabajar en libertad. Para mí, en ese sentido, Luis es un brujo artesano muy bueno, sabe cómo borrar el límite entre la ficción y la realidad. Con Luis no hay método”, a lo que Corberó añade: “Trabajar con Luis es un caos, pero en el buen sentido; un caos que te invita a dejarte llevar. Aquí hemos venido a indagar, a investigar, a que las cosas vayan surgiendo según las vamos haciendo. Yo estoy acostumbrada a hacer cosas más comerciales que tienen un fin, aquí hay algo mucho más experimental, más libre, una interpretación a través del cuerpo”. Para la actriz catalana, que dio un salto internacional con su papel en La casa de papel, “la película ha cobrado mucho más sentido una vez montada y editada. Soy muy fan de Luis como persona y también muy fan como autor. Hay algo bueno en salir de tu zona de confort, y trabajar en proyectos que te aporten a nivel personal experiencias distintas es algo muy positivo”.
Para Biscayart, “deshumanizar un poco la manera de abordar el trabajo es muy valioso; poder pensar las relaciones con los personajes desde un lugar un poco inconsciente o menos controlado”. El magnetismo del que hablan también está latente entre ambos intérpretes fuera y dentro del film.
María Aranda Olivares