"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Jessica Sarah Rinland es una cineasta argentino-británica cuyo cine puede inscribirse en la escuela experimental de Jonas Mekas y en la tradición de los filmes educativos o documentales pioneros de los naturalistas Agnes Mary Field y Frank Percy Smith. Monólogo colectivo es un caleidoscopio de momentos íntimos en una comunidad de zoológicos y refugios de animales de Argentina.
¿Por qué se fija en zoológicos?
Mi película anterior ya trataba de los espacios de conservación. De hecho, en mis trabajos me intereso siempre por la unión entre la conservación ecológica y la conservación en museos. Conocía el zoológico de Buenos Aires y sabía que había cerrado en 2016 por cuestiones animalistas y de reclamaciones por parte de las trabajadoras para mejorar las condiciones de los animales. Cuando en 2019 reabrió, fui de visita y me fijé mucho en la arquitectura. Por ejemplo: Los elefantes viven en un templo hindú…Y el zoo se estaba ‘convirtiendo’ en un ecoparque.
¿Cómo empieza a filmar a las cuidadoras?
Tuve muchos problemas para que la institución me diera permiso. Es muy sorprendente, porque en mis películas anteriores filmé fácilmente en sitios muy grandes como el Museo de Historia Natural de Londres o el British Museum. Pero en el zoológico de Buenos Aires me rechazaron cuatro veces. Mientras no tenía el permiso, alquilé un piso enfrente, desde donde filmé los planos generales del zoo.
¿Precaución frente a los animalistas?
Política… No saber muy bien qué quiere hacer una cineasta en ese espacio.
Aun así, la denuncia como tal no parece ser el tema del film.
Me gusta dar luz a los matices. Cuando conocí a Maca, una de las protagonistas de la película, me quedé fascinada por su vínculo con los animales. Nunca había imaginado que podía ser así. A veces me preguntan si mi punto de vista sobre los zoológicos ha cambiado. Y no, no ha cambiado mi opinión de lo que es o debería ser. Sí cambié mi punto de vista sobre qué significa ser cuidadora en un zoológico, históricamente y hoy en día.
Sus planos están llenos de curiosidad…
Cuando hago una película no me gusta saber lo que voy a encontrar. Entro con curiosidad, queriendo conocer a personas. Yo la quiero mucho a Maca, la adoro. Y ella tiene esa devoción por los animales. Espero que la forma en la que filmo tenga que ver con eso. Además, siempre de una forma horizontal; no filmo a los animales humanos de forma distinta a los otros animales.
Pero introduce planos de cámaras de seguridad.
El zoológico no tenía ‘cámaras trampa’. Las proporcioné yo. A través de esa tecnología se hace más evidente la violencia del ser humano. Un zoológico es un complejo de vigilancia. Incluso Maca, la cuidadora, está vigilando.
Este era su proyecto cuando estuvo en la residencia Ikusmira Berriak.
En 2018, Víctor Iriarte y Lur Olaizola me invitaron para un seminario de cine en Tabakalera. Desde entonces, Donostia se ha convertido en una casa fuera de casa. Lamentablemente, mi año de Ikusmira Berriak fue sacudido por la pandemia, pero me ha traído una amistad muy bonita con su coordinadora, Maialen Franco.