La Agenda 2030 Euskadi Basque Country y el Festival vuelven a unirse con una nueva entrega del premio que reconoce la mejor película, de entre ocho seleccionadas de la programación de este año del Zinemaldia, que refleja de una manera más clara los valores de la Agenda. Conversamos con Asier Aranbarri Urzelai, director de Innovación Social del Gobierno Vasco y miembro del Jurado que otorga el premio este año.
Un año más, por tercera vez consecutiva, la Agenda 2030 Euskadi Basque Country es uno de los patrocinadores del Festival. ¿Cuál es el grado de colaboración entre los dos organismos?
La colaboración entre el Festival y la Agenda es cada vez más estrecha. Estamos muy contentos con la decidida apuesta que está haciendo el Zinemaldia en la labor de divulgación, sensibilización y promoción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Además de múltiples acciones que redundan en beneficio de la sostenibilidad, por ejemplo, la alfombra roja se transformará en un millar de bolsas reutilizables que serán donadas al Banco de Alimentos de Gipuzkoa. Promoviendo la economía circular y la solidaridad, creemos que el cine, y con ello el Festival, es un medio indispensable para transformar la sociedad hacia un mundo más solidario, inclusivo y justo, que es el objetivo último de la Agenda 2030. Creemos en la capacidad transformadora de la cultura.
¿Qué criterios se han seguido en la selección de las ocho películas de distintas secciones del certamen que compiten por el Premio Agenda 2030?
La selección de las películas corresponde al Festival. Confiamos siempre en su buen criterio. Además de que sean buenas películas desde el punto de vista cinematográfico, el criterio fundamental es que tengan una temática en torno a conceptos como la sostenibilidad y la solidaridad, que son el eje de los ODS. Además, siempre se valora de forma positiva que sean películas que nos hagan reflexionar sobre estas cuestiones humanas tan vitales; en definitiva, que nos pongan frente a nuestras propias contradicciones en relación a lo que decimos y realmente hacemos. Es importante que, al finalizar la película, salgamos del cine con un claro propósito de tratar de cambiar las cosas a mejor desde lo más cotidiano. Se puede contribuir a los objetivos desde el día a día. La frase de Nevenka, “Que no se callen, que lo cuenten”, es muy poderosa.
¿Y en cuanto a las conversaciones? ¿Todas están vinculadas en mayor o menor grado a los objetivos de la Agenda?
Sí, es la gran novedad de este año. Nos ha parecido una iniciativa muy oportuna. De una forma u otra todos están vinculados con la Agenda 2030 pero cabría destacar conversaciones como la diversidad e inclusión dentro y fuera de la pantalla, la producción desde una perspectiva feminista e interseccional o la lente climática en el cine que aborda el cambio climático. Subrayar también la participación de la directora Laura Carreira, que presenta en la Sección Oficial su película On Falling, una película sobre el alienamiento social y personal que acarrea el capitalismo más salvaje. La conversación versa precisamente sobre las posibilidades que tiene el cine para promover el cambio, sacudir conciencias y fomentar historias que puedan cambiar la forma en que la sociedad responde a las crisis.
¿Hasta qué punto actividades como estas, y filmes de estas características, pueden contribuir a una desescalada de la violencia y la presencia de la guerra y sus muchos efectos en el mundo entero?
Mucho. La cultura crea conciencias y transforma sociedades. Empodera a la ciudadanía, la ayuda a ser crítica, redunda en la igualdad de oportunidades. Vela por la libertad de pensamiento y expresión. Es la que más ataques y censuras sufre desde todo tipo de extremismos. No hay más que observar el mundo que vivimos y lo que hacen las dictaduras y autocracias con las expresiones culturales que no son de su agrado: las moldean, las limitan y e incluso las eliminan... Precisamente por eso, porque nos ayuda a ser críticos con el poder, porque nos ayuda a hacernos preguntas, a agitar conciencias, a madurar como sociedad. Es por lo que desde las instituciones tenemos que apostar de forma decidida por la cultura y en este caso, por el cine. Precisamente en este momento en el que los valores de la democracia y es más, la propia democracia, están en juego, aunque en muchas ocasiones no nos demos cuenta. No podemos dar ninguna conquista social por hecha. Siempre tenemos que estar atentos.
La Agenda 2030 se creó en 2015 en un acuerdo de Naciones Unidas. Su objetivo es ayudar a crear un mundo y una vida más sostenibles, erradicar la pobreza mundial y contribuir a la transformación y solidaridad. ¿Qué valoración puede hacerse de su trabajo casi una década después?
No vamos bien, pero tampoco podemos caer en el pesimismo. Como bien dijo António Guterres en la Asamblea General de Naciones Unidas que acaba de adoptar el Pacto del Futuro estos días en Nueva York, “estamos aquí para rescatar al multilateralismo del abismo (…) Ahora es nuestro destino común atravesarlo. Eso exige no solo un acuerdo, sino acción”. Estoy de acuerdo. Es el momento de la acción y de generar proyectos tangibles que cambien a mejor el día a día de las personas. Y esto lo podemos hacer desde lo local hacia lo global. Que Euskadi acoja la sede del Secretariado Local 2030 de las Naciones Unidas para localizar la Agenda 2030 es una gran oportunidad que la tenemos que saber aprovechar. Para ello es clave garantizar un sistema multilateral de gobernanza donde trabajemos todos los niveles de gobierno conjuntamente y desde la diversidad. Y siempre con actitud positiva, como la protagonista de la película Ainda estou aqui de Walter Salles, que como actitud de vida ya ante la adversidad nos invita a “Sonreid”.
Quim Casas