"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Ya decíamos en la entrevista con el director argentino Federico Luis publicada el lunes en este mismo Diario del Festival, que esta edición del Zinemaldia iba a contar con él compitiendo por partida doble. Por un lado, en la sección de Horizontes Latinos se ha proyectado su primer largometraje, Simón de la montaña. Pero también lo encontramos en la sección Zabaltegi – Tabakalera con un cortometraje, Cómo ser Pehuén Pedre, que está precisamente en el germen, o ha servido de plataforma de preparación, para el largo.
La idea en concreto procede del propio Pehuén Pedre, sobre algo que le sucedió hace un tiempo con Federico Luis, cuando le incitó a tratar de obtener un certificado de discapacidad como el que él tiene, que le podría ayudar para realizar un viaje que tenía planeado pero no podía llevar a cabo. Pedre se ofreció a ayudarle a conseguirlo por el método de la imitación. Aquello no llegó a producirse en la realidad, pero sí dio lugar a este cortometraje en el que los actores Lorenzo Ferro y Agustín Daulte se prestan al ejercicio de ensayar con Pedre el modo en que deben comportarse para ser convincentes a la hora de conseguir el certificado de discapacidad. “No conseguimos el certificado de discapacidad para Federico, pero sí esta película”, bromeó Pedre.
A partir de ahí, y con un guion con muy pocas cosas delimitadas, más allá de unas pocas anotaciones y algunas preguntas pensadas por Pedre, confiando por tanto en la cámara para captar las propias reacciones de los intérpretes, Ferro y Daulte responden a las preguntas de Pehuén, ensayan gestos y movimientos, reciben sus consejos y sus correcciones, y avanzan hacia un objetivo que, en sí mismo, es falso, puesto que a diferencia de la historia real que dio origen a este ejercicio cinematográfico, estos actores, obviamente, no tienen ninguna intención de obtener un certificado de este tipo. Se consigue así una curiosa hibridación entre lo documental y lo simulado (más que ficcionado), que da lugar a resultados que van bastante más allá de lo que serían unos ensayos actorales.
La emoción termina contagiando la filmación. “No es fácil hablar de cine en este caso porque fue algo especialmente emotivo, pero el cine lo hacemos también para pensar y sentir juntos”, explicó Luis en la presentación del corto en Tabakalera. Y es que lo que exige ante todo este proyecto es una empatía radical entre las personas que participaron en el mismo, y que fue especialmente valiosa para Pedre, al fin y al cabo, el incitador de la idea y el modelo en el que se han de inspirar los actores: “Lejos de sentirme caricaturizado, me sentí muy halagado porque pudieran entrar un poquito en mi vida. A la gente le cuesta estar en el punto de vista de una persona discapacitada”, y no dejó pasar la oportunidad de subrayar lo importante que había sido para él esta película, cuya proyección en Donostia le ha permitido además reencontrase con su madre en España después de muchos años. “Gracias por hacer posible esta película y por proyectarla hoy aquí”.
Gonzalo García Chasco