"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
A sus 83 años se resiste a ser percibido como una vieja gloria, prueba de ello es que no ha bajado su ritmo de trabajo. Presume de haber rodado en 30 idiomas distintos y tiene tras de sí una de las trayectorias más sólidas del cine europeo. Ha intervenido en más de 230 largometrajes pero su rostro está indisolublemente asociado a géneros como el spaghetti western o el poliziesco al que este año rinde homenaje el Festival a través de la retrospectiva “Italia violenta”.
Este ciclo rinde homenaje a un tipo de cine que en su momento tuvo muy poco prestigio crítico. ¿Cómo se lo explica?
La crítica italiana siempre ha sido muy elitista y para ellos todo lo que no es cine de autor es serie B, pero también es verdad que no todas las películas que pueden verse en esta retrospectiva fueron mal recibidas. El día de la lechuza, que proyectamos el otro día, fue un film de gran prestigio. Pero es cierto que si hablamos de poliziesco en un sentido estricto, fueron películas muy cuestionadas. Tuvo que venir alguien como Quentin Tarantino a ponerlas en valor y hoy su estatus ha cambiado.
Se trata de películas que tienen también un destacado valor testimonial, ¿no?
Sí, de hecho creo que reflejan muy bien las tensiones que se vivieron en Italia durante la década de los 70, durante los llamados “años de plomo” donde proliferaron fenómenos como el terrorismo, el tráfico de drogas… Fueron años complicados.
Usted fue estrella no solo del poliziesco sino también del spaghetti western e incluso ha trabajado en algún que otro giallo. ¿Cree que se trata de géneros vinculados entre sí?
Bueno, yo he hecho todo tipo de cine. En una filmografía de 230 películas apenas se cuentan una decena de westerns y otros tantos polizieschi Lo que ocurre es que yo he participado en películas pioneras. Por ejemplo, en el caso del spaghetti western, el canon quedó fijado a partir de la trilogía de Leone y de Django de Corbucci y si hablamos de poliziesco, todo lo que se rodó a partir de los 70 está muy influido por La policía detiene, la ley juzga, un film que rodé en 1973 con Enzo G. Castellari y que iba a formar parte de la retrospectiva pero me dijeron que no encontraron copia.
¿Se siente encasillado en este tipo de filmes?
Encasillado no, pero es innegable que tuvieron un impacto tremendo. En una ocasión, mi amigo Sean Connery me comentó “mira que he hecho películas. Pero para el espectador medio nunca dejaré de ser 007”. A mí me ocurre algo parecido, para el gran público siempre seré Django.
Ha citado antes a Enzo G. Castellari, uno de los grandes directores del poliziesco con el que trabajó recurrentemente.
Creo que hemos hecho diez filmes juntos y eso que yo no quería trabajar con él. Me lo presentó la responsable de peluquería de una película en la que estaba trabajando y su presencia y sus formas me echaron para atrás. Pero, al mismo tiempo, iba a empezar a trabajar en otra película cuyo director me inspiraba muy poca confianza. Le oí hablar mal de Castellari y aquello fue lo que me convenció para ponerme a sus órdenes. Es un tipazo, en sus rodajes es pura energía.
Usted llegó a trabajar también con Buñuel en Tistana…
Buñuel es el único cineasta que me ha impuesto como protagonista en dos filmes. Lo hizo en Tristana y también en El monje, que iba a dirigir él pero que al final dirigió Adonis Kyrou sobre un guion suyo. Los productores franceses querían a Omar Shariff pero Buñuel dijo “no, este papel es para Nero”. Él me llamaba Nero porque le horrorizaba llamarme Franco (risas).
Jaime Iglesias Gamboa