"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Nacido en el odio (1951) supone una auténtica filigrana del noir alla’italiana a cargo de un director considerado menor la mayoría de las veces. Fernando Cerchio comienza su carrera durante el fascismo, primero como documentalista y después rodando comedias con el cómico Totó o adaptaciones de obras de Alejandro Dumas –El vizconde Bragelonne (1954)– y Paul Feval –El hijo de La gardere (1952). El título original del film, Il Bivio, hace referencia a la “e crucijada” moral en la que se halla nuestro protagonista, Aldo Marchi, interpretado por el rudo y formidable Raf Vallone –poco antes revelado en Arroz amargo (1949), de Giuseppe de Santis, y en El camino de la esperanza (1950) de Pietro Germi–, un ex partisano reconvertido en mafioso e infiltrado como comisario en la policía para poder así informar a su banda de los posibles golpes a efectuar. Escrito entre diversos guionistas, entre los que destaca el prestigioso Leonardo Benvenutti, la trama incide en el face à face entre el topo y el veterano inspector que sospecha de él, interpretado por el magnífico Charles Vanel, que brilla a la altura del fornido Vallone, brindando ambos interpretaciones tan intensas como mesuradas, pasando brillantemente del “doble juego” a los “escrúpulos morales” de Vallone a la hora de lidiar con su conciencia y su dilema moral. También comparecen, entre otros, Gianni Rizzo y la bella y sensual bailarina Claudine Dupui. Sólido y convincente, el film traslada, con rigor y coherencia, la tensión y los tonos sombríos del relato policial al paisaje de posguerra italiano, aquí insinuado pero sumamente presente en los exteriores filmados en Turín, al estilo neorrealista. A destacar el hábil partido que extrae de los cielos lívidos, las callejuelas, las escaleras y patios interiores de casas del antiguo casco histórico de la vieja ciudad, bellamente fotografiados por Renato del Frate, revelando una profundidad narrativa y dramática que ya quisieran muchos films de serie B americanos del género en la misma época o, incluso, del polar francés, densidad a la que contribuye la columna sonora de Carlo Rustichelli, tan evocadora como tremendista.
Perla desconocida del cine italiano, Nacido en el odio supone el cenit en la filmografía de Cerchio, deviniendo una intriga íntimo-psicológica que va sacando a la luz los oscuros suplicios que atraviesa su protagonista, atormentado por la culpa y el peso de sus responsabilidades para con los dos bandos. Asimismo, la puesta en escena resulta admirable: véase el detalle del péndulo de un reloj añadiendo patetismo al viaje interior de Aldo Marchi, abocado irremisiblemente a la redención, ya que la muerte de personas inocentes sacude su conciencia y sus aparentes certezas terminan desmoronándose. En suma, un trabajo sensible y refinado, de gran esplendor figurativo, con un bello final, en la casa de la colina en la que se esconden sus compinches, de efectiva y asfixiante ambientación, no dulcificada por la moraleja subyacente a este tipo de relatos. Inscrita en la tendencia del cine negro turinés tras El bandido (1946) de Lattuada y poco antes de Escoria de presidio (1954) de Vitorio Cotaffavi, el film fue masacrado por la censura de la época y no recibió la atención que merecía, dado su incómodo varapalo a la corrupción latente en las instituciones policiales. Desde entonces, Cerchio abandonó cualquier intento de cine de denuncia, eligiendo el camino de los géneros populares y la serie B.