"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Joker, estrenada en 2019, fue una película que contradijo casi todas las expectativas que existían a su alrededor. Quienes esperaron una película de superhéroes, no la encontraron. Los que preveían un fracaso en la taquilla, se equivocaron. Ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia, quizás todo empezó cuando un jurado presidido por Lucrecia Martel le otorgó dicho galardón. La existencia de su secuela debe ser la única expectativa cumplida, porque esta nueva entrega del antihéroe de Gotham, dirigida nuevamente por Todd Phillips, es justo lo que no esperaríamos.
Folie (locura). Es el hilo conductor de la película, que trata de dilucidar si Arthur Fleck (interpretado nuevamente por Joaquín Phoenix) es alguien que finge estar enfermo o si realmente lo está. La cinta comienza con un cortometraje de animación, a cargo de Sylvain Chomet (Bienvenidos a Belleville, 2003), en el que Fleck lucha contra su sombra, el Joker. Este prólogo es una presentación de lo que tratará la película, retomando exactamente donde la primera parte nos dejó: con el Joker en un correccional. Más oscura que su predecesora, en ese tramo inicial el film establece un claro paralelismo con la situación de los reformatorios y centros penitenciarios estadounidenses. Es en ese momento, tras haber presenciado palizas y abusos de poder, cuando se introduce un nuevo componente en la vida del protagonista: la esperanza. Esta aparece con Harley Quinn (Lady Gaga).
À deux (para dos). Con Quinn llegan la música y el amor, en ese orden, a la vida del protagonista. A través de la música, que recurre a piezas conocidas y rinde homenaje a musicales clásicos de Hollywood, conocemos los sentimientos de los personajes. Canción tras canción, con números que se interpretan en el “mundo real” de los protagonistas junto a otros que son abstracciones de la realidad, el director expone varios puntos oscuros de la sociedad norteamericana actual: el abuso de autoridad policial ya mencionado; el apego al sensacionalismo de los medios de comunicación; la caída en desgracia de ídolos populares por no alinearse con las expectativas de sus seguidores, entre otros. Cabe destacar que es en los números musicales donde Gaga brilla más, algo desaprovechada durante todo el metraje. Sin embargo, es Phoenix quien, a través de su vulnerabilidad y patetismo, logra transmitirnos su soledad y desequilibrio.
Joker: Folie à Deux funciona desde la negación: no es una película de superhéroes, no es un musical convencional, no es un drama penitenciario. Y, sin embargo, todo eso está presente y en primer plano. Entonces, ¿qué es Joker: Folie à Deux? Es la filmación de la contradicción. Es descarnadamente romántica y, al mismo tiempo, crítica con las formas de la sociedad actual. Continúa el relato que inició su predecesora, sí, pero de una manera inesperada. Fleck renuncia al Joker porque Fleck es el Joker. Es también una renuncia a la evasión, para situarnos en una realidad descorazonadora. La película funciona en todo momento —es brillante en su puesta en escena de los momentos musicales— solo para destruir después cualquier posibilidad de escape hacia lo lúdico. Es arriesgada porque el relato siempre parece tomar la dirección contraria a lo que esperaríamos. Este Joker desconcierta más que provoca. Pero, ¿acaso no es esa la esencia del personaje?
Inmaculada Pilar Colom