"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
En 2020, Emmanuel Courcol, tras una vida consagrada a la interpretación, arrasó en las taquillas francesas con El triunfo, su segundo film como director. Aquella película, producida por Robert Guédiguian, contaba la historia de un actor que impartía un taller de teatro en la cárcel y que, a través del arte dramático, contribuía a abrir un resquicio de esperanza en el ánimo de la población reclusa. Para dicha película, Courcol contó con el asesoramiento de Irène Muscari, profesora ella misma de teatro en centros penitenciarios. De ahí surgió una relación, en lo personal y en lo profesional, que ha cristalizado ahora en En fanfare, película que ambos, en calidad de director y guionista, respectivamente, han venido a presentar al Zinemaldia.
En esta ocasión la música de banda sustituye al teatro y la acción, en lugar de desarrollarse en una prisión, lo hace en una región fuertemente sacudida por la crisis industrial y el desempleo, pero el mensaje viene a ser el mismo: la capacidad que tiene el arte para aglutinarnos e inspirarnos. Según Irène Muscari: “Yo no sé si el arte puede cambiar las cosas, pero sí que puede ayudar a que cambien; tampoco estoy segura de si resulta sanador, pero sí que puede contribuir a curar heridas”. A su lado, Emmanuelle Courcol asiente y añade contexto a la respuesta de su compañera: “En la zona del norte de Francia, donde está ambientada la película, la música de banda es muy popular. Muchas de esas bandas surgieron asociadas a fábricas o a industrias que cerraron o desaparecieron, con lo cual esas bandas es lo único que a muchos les queda. Aparte de unirles y de aproximarles a la belleza, se trata de una cuestión de supervivencia”.
El film cuenta la historia de dos hermanos separados durante su infancia y dados en adopción a dos familias distintas. Uno ha desarrollado una brillante carrera como director de orquesta, el otro trabaja en la cantina de una fábrica y toca en una banda en sus ratos libres. Ambos se conocen casualmente después de que el primero, enfermo de leucemia, se vea forzado a encontrar un donante de médula compatible. A partir de ahí asistimos a un emotivo relato que, pese al sentimentalismo inherente a este tipo de narraciones, no se priva de transitar por escenarios incómodos como los inherentes al papel que juega el azar en nuestras vidas a la hora de determinar nuestra posición dentro de la llamada pirámide social: “Siempre se habla del talento como si fuera condición suficiente para alcanzar el éxito –comenta Irène Muscari–, pero el talento sin trabajo no es nada y sin educación tampoco, y a la hora de recibir una educación es determinante en qué contexto social te has criado o has crecido. En un contexto así resulta difícil hablar de igualdad de oportunidades”.
Pero, ¿es factible hacer un cine militante en un contexto dominado por las plataformas y la homologación del pensamiento? Emmanuelle Courcol cree que sí y el éxito tanto de El triunfo como, ahora, de En fanfare parece darle la razón: “En Francia existen pantallas de cine para todo tipo de público y el hecho de hacer una película tan transversal como ésta ha provocado que sea proyectada lo mismo en centros sociales que en salas de arte y ensayo o en grandes centros comerciales”. Por lo tanto, pese a mostrarse escépticos cuando les inquieren acerca de si el cine puede llegar a transformar la realidad, parece claro que para Emmanuel Courcol e Irène Muscari hacer películas con una vocación popular tan marcada es una forma de resistencia.
Jaime Iglesias Gamboa