"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Paisajes nevados en las montañas del Cáucaso, donde el tiempo parece detenido. Una cabaña aislada en la que viven una viuda y su hija, entregadas a una rutina ritual y monótona, como si cada momento tuviera su propósito específico, y ningún otro. Silencio y quietud. Bastan los primeros instantes de Where Time Stood Still, el segundo cortometraje de la georgiana Nino Benashvili, para introducirnos en la atmósfera que va a marcar todo el metraje.“Para mí lo primero es la imagen”, explica la directora. “Pueden proceder de lo que veo en mi vida cotidiana, o en una película, o quizás en algún sueño. Son esas imágenes que surgen en mi cabeza las que me inspiran las ideas para los filmes que hago y que quiero hacer. Imágenes sin ni siquiera una historia detrás. Por eso las dibujo siempre, y luego voy encontrando un hilo narrativo”.
En este caso, se trata de imágenes y paisajes que ella conoce bien, porque ha visitado a menudo esas montañas y se ha relacionado con la población local. Sabe cómo funciona ese mundo rural aislado, y le atrae poderosamente: “Incluso si no interactúas con estas personas, sus rostros impactan. A mí me gusta observar a la gente y contar posibles historias que haya detrás de esos rostros, de esas personas”.
Son lugares donde la tradición marca la obligación de la hospitalidad. Por eso, cuando llega un viajero, tal y como ocurre en la película, es acogido sin reticencias (algo que ha vivido la propia Benashvili). Pero este viajero provocará acontecimientos no esperados: despertará pensamientos, instintos y deseos (de carácter sexual), que ambas mujeres no preveían. Quizás lo que luego vemos ni siquiera sucede realmente y pertenece a un plano onírico, pero traduce exactamente esos sentimientos despertados.
“Estas mujeres experimentan algo que ni ellas mismas saben que está en su interior”, explica la directora: “He usado el arquetipo del visitante que llega y rompe con la rutina establecida, un poco al modo del Goldmundo de Herman Hesse, pero lo importante no es el personaje del visitante. Lo importante son ellas, y lo que sienten”.
Pero lo que sienten, después del deseo, es la culpa, algo que está muy presente en las mujeres de las zonas rurales en cuanto experimentan algo que se les ha dicho que no deben experimentar. “Tiene que ver con una concepción rígida de lo que es la virtud, y que padecen especialmente las mujeres, de las que sólo se espera silencio. Sólo se les permite observar, pero no actuar. Ni siquiera sentir. La culpa por la mera transgresión desde el pensamiento está muy arraigada”.
Gonzalo García Chasco