"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
En 1983 la escritora taiwanesa Li Ang publicaba “Matar al marido”, una obra que provocó gran controversia en su país debido a su agresiva procacidad y su explicitud a la hora de mostrar la violencia sexual a que son sometidas las mujeres en una sociedad atada a opresivos valores tradicionales. Inspirada en un episodio real que tuvo lugar en Shanghái y que es trasladado en la ficción al Taiwán de la ocupación japonesa, la novela no escatima detalles en su durísima descripción de las condiciones de vida de una joven forzada al matrimonio con un matarife y su consiguiente descenso a los infiernos de la violencia doméstica. Es un texto airado e inmisericorde, un exabrupto surgido de la urgente necesidad de denunciar no sólo un caso aislado, sino también la connivencia de todo un sistema social que permitía que ese tipo de sucesos tuvieran lugar.
Apenas un año después de la publicación de la novela, ésta fue adaptada al cine por Tseng Chuang-Hsiang. La elección de tal fuente literaria no era casual: Tseng había participado en el film colectivo Er zi de dawan ou (The Sandwich Man, 1983), considerado como el título seminal de la llamada “nueva ola taiwanesa”, un movimiento de cineastas que trataban de renovar el cine de su país con una mirada más crítica y realista tras décadas de control gubernamental y férrea censura. Llevar a la pantalla la obra de Li Ang era un gesto de activismo político con el que se denunciaba la penosa situación de las mujeres en la sociedad taiwanesa; pero, además, ese cuerpo de la protagonista, humillado y sometido a tortura, podía entenderse también como metáfora de toda una sociedad reprimida bajo el régimen dictatorial del Kuomintang.
Al igual que el texto en el que se basa, Sha Fu (Woman of Wrath) es una película brutal y desesperanzada que no hace concesión alguna al espectador. Describe un microcosmos aterrador en el que la absoluta indefensión y soledad de la protagonista no encuentra consuelo, ni siquiera en otras mujeres que también han interiorizado una estructura de prejuicios y conductas machistas. El hecho de que el marido trabaje como carnicero envuelve el relato en una atmósfera miasmática, en un ambiente irrespirable donde las gráficas descripciones literarias de la rutina en el matadero encuentran su correlato en la pantalla. Quizá hoy día su áspero estilo visual, su abrupto montaje y su hosca actitud puedan resultar algo chocantes, pero la película es fruto de un tiempo en que el cine buscaba conscientemente la provocación como forma de desafiar al sistema establecido y cambiar la sociedad. La restauración a cargo del Taiwan Film Institute nos permite recuperar una película cuyo discurso no deja de estar vigente más allá del contexto en que fue realizada. Como la propia Li Ang escribía en el prefacio de su obra: “Quería mostrar el destino trágico de tantas mujeres taiwanesas que vivían sometidas a los dictados de la sociedad tradicional. Pero, a medida que iba escribiendo, noté que empezaba a preocuparme también de cuestiones más amplias como el hambre, la muerte, el sexo… Lo cual me lleva a afirmar que el asunto primordial de cualquier obra feminista es, antes y después de todo, la naturaleza humana”.
Roberto Cueto