"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
En Lejos del cielo, el melodrama de Todd Haynes realizado en 2002, era visible la influencia del pintor Edward Hopper en la composición, el color y el estado de ánimo de la protagonista femenina, Julianne Moore. En Carol, dirigida por Haynes en 2015, a la huella de Hopper se sumaba la del fotógrafo Saul Leiter (1923-2013). No es que fuera un artista desconocido, pero esa reivindicación implícita en la película de Haynes, esas imágenes entrevistas a través de ventanas de automóviles perladas de gotas de lluvia que caracterizan buena parte de la obra de Leiter, hicieron que el fotógrafo volviera a un primer plano del que nunca tendría que haberse ausentado.
La sala Artegunea de Kutxa Fundazioa muestra desde el pasado 19 de julio, y hasta el 10 de noviembre, una parte importante de la producción del fotógrafo estadounidense –200 fotografías en blanco y negro y en color, además de cuarenta cuadros, generalmente en gouache y acuarela, y revistas, cuadernos y documentos varios– bajo el título de “Saul Leiter. Un mundo inacabado” (“Saul Leiter. Amaitu gabeko mundua”). La exposición está comisariada por Anne Morin y coproducida por diChroma y Les Rencontres d’Arles.
Leiter trabajó en distintas épocas en el campo de la fotografía de moda, y las cubiertas de la revista “Harper’s Bazaar” que se exponen muestran su estilo más elegante que glamuroso, atento y observacional. Muchas de sus fotografías, la mayoría de ellas sin título, son instantáneas urbanas e invernales, capturas de gente anónima en la ciudad, en la calle, frente a una tienda, dentro de un local, cerca de un coche o en un autobús, bajo la lluvia o andando sobre la nieve. Abundan las fotos de rostros y cuerpos reflejados en espejos o en escaparates en plena calle, reflejos inciertos antes que certezas. El autorretrato que se exhibe de Leiter es precisamente con su rostro medio oculto reflejado en el espejo de una habitación. También hay fotografías ligeramente desenfocadas, lejos de la realidad, un mundo inacabado, aún por hacer.
“Yo no tengo una filosofía. Tengo una cámara”. Esta frase del autor puede leerse en una de las cartelas de la exposición. Y con esa cámara también captó a sus amigas y novias, uno de los pasajes más interesantes de la muestra. Y algunas de estas fotos las recreaba después en acuarela, pintado a veces sobre la propia gelatina. Sobre esta serie de instantáneas de gente amada, Anne Morin ha colocado este significativo fragmento escrito por Marcel Proust en una de las partes de su recherche, “Por el camino de Swann”: “A lo lejos, de otro color, en la calma aterciopelada de una luz, apareció la pequeña frase danzante, pastoral, intercalada, episódica perteneciente a otro mundo”.
Las instantáneas de Leiter reflejan esa calma, ese rostro u objeto a lo lejos, esos momentos que parecen no pertenecer a este mundo, como la bellísima foto cenital y en color de 1950 titulada “Huellas”, en la que vemos a una mujer con ropa oscura andando por una calle nevada, repleta de pisadas, con un gran paraguas de color rojo que esconde su cabeza; o todas aquellas en las que las gotas de lluvia y el vaho difuminan lo que hay entre una persona y el objetivo de la cámara.
Revolutionary Road (2008), la película de Sam Mendes que se basa en una novela de Richard Yates y se inspira visualmente en el estilo de Leiter –la prosa de Yates y la fotografía de Leiter son análogas en sus crónicas de la sociedad estadounidense–, se proyectará el 10 de octubre en la sala de cine de Tabakalera.
Quim Casas