Romano de nacimiento, pero napolitano de adopción, dirigió sus primeros largometrajes a finales de los años 90 pero no fue hasta 2008 cuando le llegó el reconocimiento internacional con Gomorra. Desde entonces ha dirigido filmes como Reality, El cuento de los cuentos, Dogman o Pinocho. Hace un par de semanas recibió el León de Plata al mejor director en Venecia con Io Capitano, película que ayer presentó en Perlak y donde narra el itinerario de dos adolescentes senegaleses en su sueño de arribar a Europa.
Io, Capitano está narrada como si fuera un relato de aventuras juvenil, como una novela de Stevenson o de Verne. ¿Por qué eligió este enfoque?
La idea de rodar esta película me vino después de hablar con muchos adolescentes subsaharianos que habían emprendido la aventura de llegar a Europa. Y hablo de aventura conscientemente, pues ellos mismos se referían a su viaje en esos términos, decían que al abandonar sus países habían “andado a la aventura”. Quise respetar esa inocencia y narrar esta historia desde su punto de vista, desde esa mirada un tanto ingenua, pero de gran pureza que atesoran estos jóvenes. A veces incluso pensaba que Europa, en su imaginario, no distaba mucho de ser algo parecido a lo que era el país de los juegos para Pinocho en mi anterior película.
¿No le dio miedo apostar por esa ingenuidad para contar una historia tan terrible como la que cuenta?
No, porque esa candidez en la mirada reforzaba el carácter heroico de estos jóvenes en sus afanes por alcanzar un sueño. Para mí, estos jóvenes inmigrantes encarnan la épica contemporánea.
Quizá esa pureza de la que hablaba tenga que ver también con el hecho de que los dos protagonistas sean actores no profesionales, ¿no?
Más que con eso tiene que ver con el lugar de donde vienen ellos. Tanto Seydou como Moustapha nunca habían salido de Senegal. Hicimos pruebas a jóvenes senegaleses que vivían en Europa, pero en su mirada ya no había esa inocencia. Por el contrario, Seydou y Moustapha vivieron este viaje con la tensión propia de la incertidumbre, casi en paralelo a lo que les ocurre a sus personajes. De hecho, yo no les mostré el guion en ningún momento en aras de que no supiesen el desenlace de la historia.
No sé si tiene que ver con lo que estamos hablando, pero, en esta película, la representación de la violencia no resulta tan explícita como en alguno de sus filmes anteriores.
La violencia en mis películas nunca es gratuita, siempre está en función de la historia y de la mirada de los personajes, nunca tiene un valor por sí misma. En este caso, efectivamente, me interesaba mostrar esos escenarios tan atroces a través de los ojos de Seydou y él, en muchos casos, no es consciente de estar viviendo una realidad atroz.
¿No cree que los miembros del actual gobierno italiano deberían ver su película?
Hace poco hicimos una proyección en el Vaticano y creo que a mediados de noviembre haremos una presentación del film en el parlamento europeo. De todas maneras, lo que cuento en mi película no es un problema que concierna únicamente a Italia, sino a toda Europa, y tampoco es un fenómeno reciente, sino que viene de muy atrás y, por desgracia, seguirá dándose en el futuro. Ese escenario de injusticia y de violación sistemática de los derechos humanos se subsanaría, en parte, si se concedieran más visados y se regulase el flujo migratorio. Eso pondría freno a esas mafias dedicadas al tráfico de seres humanos y haría que estas personas pudieran viajar libres, como cualquier ciudadano de cualquier otro país.
Estaba pensando que, en el fondo, todos los protagonistas de sus películas son soñadores, inconformistas, personas que anhelan cambiar su destino.
Sí, puede ser, supongo que eso es algo que, al final, tiene que ver con mi propia forma de ser, ya que uno tiende a proyectarse a sí mismo a través de los protagonistas de sus películas. Yo jamás rodaría historias protagonizadas por personas con las que no sintiera una afinidad. No quiero, ni puedo, mirar por encima del hombro a mis personajes, necesito caminar junto a ellos, estar a su lado. En la medida en que cuento historias sobre la condición humana, esos conflictos me conciernen.
Jaime Iglesias Gamboa