El castillo, film del cineasta argentino Martín Benchimol, surgió de la casualidad. El director se encontraba buscando intérpretes para la película que estaba rodando en aquel momento, El espanto (2017), y descubrió una casa en medio del campo, donde vivían Justina y Alexia, protagonistas de la película. Esa casa es el castillo donde viven madre e hija, hogar que inspiró al cineasta para la película que presenta en Horizontes Latinos. “De repente, me encontré frente a aquel castillo y vi a Justina, que estaba haciendo alguna labor alrededor de la casa. Le comenté que quería conocer al dueño de la casa. Fue entonces cuando me dijo: Aquí la tienes”.
De esa primera impresión, llena de prejuicios, nace la historia del film. En ella, Benchimol cuenta la historia de Justina, una mujer que ha heredado una mansión después de trabajar toda su vida como empleada doméstica. La única condición: mantener viva la promesa de no venderla nunca.
Podría tratarse de una ficción, pero esa fue la historia que Justina compartió con Martín la tarde que se conocieron. “Las chicas se estaban mudando al castillo en el momento que nos conocimos”, añade el realizador. “Tuve el impulso de cancelar la película anterior y empezar a filmar El castillo del impacto que me produjo. Pero por suerte no lo hice”, confiesa. A partir de ese encuentro, se entabló una relación entre Benchimol, Justina y su hija, Alexia, de más de cinco años, que aún perdura. “Se creó un vínculo entre nosotros. Sin embargo, lo más importante fue poder experimentar el vínculo entre ellas. Su relación empezó a cambiar y a tener infinitas capas”. De esta manera, “la película dejó de tener como tema principal la peripecia de dos mujeres que se mudan a un castillo a pesar de no poder mantenerlo y se centró en el vínculo de una madre y su hija que, con esta situación, sufren un distanciamiento inmediato en su relación”.
Benchimol: “Me interesaba reflejar la cuestión de si es posible o no cambiar la pertenencia de uno”
A San Sebastián han acudido también las protagonistas de la historia. Alexia, que comenzó el proyecto con quince años y ahora va a cumplir 22, ha crecido con el equipo y con la película: “Nuestra vida en ese momento tenía como elemento principal el aferrarnos a lo que teníamos y levantar lo que nos habían dejado, ese castillo, como pudiéramos. Este proyecto ha sido, no solo mi primer trabajo, sino parte de mi evolución. He crecido con él. Vivir esta experiencia ha cambiado mucho mi perspectiva en muchos aspectos y ha incrementado mis ganas de hacer otras cosas”.
Para Benchimol, la película retrata las enormes contradicciones que hay en el sistema de clases y cómo la herencia define la clase: “Uno nace con una clase social y la historia de Justina y Alexia habla precisamente sobre esa contradicción del sistema: cómo alguien de una clase inferior puede vivir en unas condiciones que, en teoría, no le pertenecen. Me interesaba reflejar la cuestión de si es posible o no cambiar la pertenencia de uno”. No obstante, no quiso encasillarse en el pasado, ni centrarse en el porqué de esa herencia, sino contar el presente de esa familia, de esas mujeres, y su vínculo concreto. “Al fin y al cabo, ni siquiera ellas pertenecen a la misma clase. Alexia ha crecido en una realidad distinta a la de Justina y me parecía interesante representarla”. El cine, como cuenta el director, “es una oportunidad para ponerse en la piel del otro. Eso es lo que me movió a hacer esta película”.
El castillo, Premio de la Industria WIP Latam y Premio Egeda Platino Industria al Mejor WIP Latam en San Sebastián, es una película de ficción, pero también documental, de clases y también de fidelidad. Y, sobre todo, es una película que analiza los vínculos familiares entre una madre y una hija que hacen frente a la realidad que les ha tocado vivir con enorme dignidad y humanidad.
María Aranda Olivares