“Esta radiación de alta energía penetra fácilmente en la materia y…”. Así comienza la ópera prima del director canadiense Henry Bernadet (Quebec City, 1977). Los rayos gamma atraviesan a las personas y no queda un recoveco a salvo. Eso es lo mismo que consigue él en esta comedia dramática que es un retrato generacional: atravesar la coraza de tres adolescentes de Montreal y destapar sus deseos, sus miedos y sus inquietudes. Lo hace tan bien que al espectador no le cuesta empatizar con cada uno de ellos, por muy diferentes que sean.
En Les Rayons Gamma seguimos la vida de tres jóvenes del barrio de St-Michel de Montreal. Por un lado está Abdel, un joven estudioso y tranquilo con una vida muy ordenada. Esta vida se vuelve un caos cuando su primo de Marruecos viene a pasar el verano con él. Su carácter extrovertido y desorganizado choca completamente con su forma de ser, pero parece que es algo que solo le irrita a él, porque sus amigos y familia lo acogen con los brazos abiertos. Abdel es un chico muy centrado en sí mismo y muy arraigado a su estilo de vida, dependiente de la opinión de los demás, así que todo su mundo se rompe en pedazos cuando llega su primo y empieza a llenarse de sentimientos amargos que no había tenido antes, como la envidia y los celos.
En el film también conocemos a Fátima, una chica con un carácter fuerte e independiente que no duda en meterse en peleas para defender sus principios o a su gente. Este verano la han contratado para trabajar como cajera en un supermercado, pero su temperamento la mete en problemas una y otra vez, aunque ella lo que anhela es una vida más estable. Fátima está acostumbrada a ocultar sus sentimientos para protegerse a ella misma y a su mejor amiga, y eso la lleva a veces a ejercer un control sobre ella que acaba explotando. Se empeña en decir que su amiga o los demás son débiles, quizás para ocultar esa fragilidad que ella misma tiene.
Por último, tenemos a Toussaint, un adolescente reservado al que le apasiona pescar. Un día de pesca en el río, encuentra una botella con un mensaje en su interior, un mensaje que nunca imaginaría a dónde le va a llevar. Toussaint es tímido y solitario y prefiere refugiarse en los animales de la pajarería donde trabaja que tratar con personas. Pero la vida le tiene reservados otros planes, y jugará un papel importante dentro de la película.
El desafío de buscar un reparto auténtico
Bernadet tenía claro que su película debía ser una representación fiel de la comunidad inmigrante de Montreal. Por eso el primer paso fundamental era que sus actores fuesen parte de ella. Su equipo y él se desplazaron a un colegio del barrio de St-Michel en el que la mayoría de los alumnos provienen de familias de inmigrantes, y realizó unas pruebas en la clase de teatro. Así consiguió un elenco de actores y actrices no profesionales que darían vida a los protagonistas de Les Rayons Gamma. Otro factor clave para conseguir esa sinceridad en la narrativa era tener un guion flexible y dar pie a la improvisación. El equipo de guionistas (el propio Bernadet y los guionistas Nicolas Krief e Isabelle Brouillette) construyeron el guion a partir de cuestionarios que se les hicieron a los actores elegidos. El objetivo era crear algo a caballo entre la ficción y el documental, así que los protagonistas estaban inspirados, en realidad, en la propia vida y personalidad de los actores. Eso se nota en el film, que muestra a la perfección las diferentes realidades de cada protagonista. “Al comienzo del rodaje el guion estaba completo en un tercio; estaban las escenas principales y alguna línea, pero a cada toma yo les decía a los actores: tienes la libertad de interpretar este diálogo con tus propias palabras. Así se fue construyendo una película honesta y fiel a la realidad”, explica Bernadet.
Pero trabajar con actores no profesionales y que provienen de comunidades como la de St-Michel tiene su miga y no todo fue un camino de rosas. El director canadiense recuerda con cariño el camino que han recorrido juntos hasta aquí: “Nos esforzamos mucho para hacerles sentir cómodos en el set, pero no estaban acostumbrados al ritmo de trabajo de los rodajes. Era un desafío porque cada vez que teníamos que repetir una toma se enfadaban, y a veces una escena podía requerir quince tomas. Había que hacerles entender cómo se trabaja en el cine”.
Este desconocimiento del mundo del cine ha hecho que los protagonistas no lleguen a imaginar el alcance que va a tener la película. “Son jóvenes que no han salido nunca de Montreal, pensaban que estábamos rodando una película pequeña, pero hoy van a estar en la presentación en el Kursaal, viendo la película por primera vez rodeados de espectadores. Estoy deseando ver cómo viven este momento”.
La emoción del director es real, y lo único que desea es que este sea el primero de muchos trabajos de interpretación, porque puede ser el comienzo de una nueva vida para ellos. Como dice Bernadet: “Puede que la actuación les ayude a tener un gran futuro”.
Iratxe Martínez