"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Alberto Martín Menacho nació en Madrid en 1986 aunque siempre ha pasado los veranos en Salvaleón (Badajoz), el pueblo de sus antepasados. Ahí, y en otros pueblos de la región, rodó Antier noche, su primer largometraje, que fue seleccionado en 2019 para el programa de desarrollo de proyectos Ikusmira Berriak y tuvo su estreno mundial en Visions du Réel en abril. La película es un retrato coral de unos jóvenes y un homenaje a a Extremadura, “un territorio habitado por liebres y burros, historias de amor, incendios y raves”.
Los protagonistas no vieron la película hasta el estreno del pasado lunes en Tabakalera.
Para los jóvenes de Salvaleón, el Festival de San Sebastián es el festival de referencia, y era el lugar para que pudieran verla en la gran pantalla. Creí que era bueno que saliesen de su lugar de confort y ver la película en un contexto con una industria alrededor, personas que no conocen… Pensé que la verían con otros ojos y que era bueno para ellos.
También usted ha salido de la zona de confort en este proyecto.
Tenía respeto a la duración, al largometraje. Y al hecho de plantearme un largo que no fuera absolutamente experimental. Quería un guion con narrativa y que las historias de los distintos personajes se unieran de forma orgánica. Y que los actores pudieran empatizar con una película cercana a lo que ellos viven en Extremadura. Todo eso era un reto para mí. Inclusive buscar financiación, de principio a fin.
Su proyecto ha pasado por distintas residencias, como la donostiarra Ikusmira Berriak. ¿Cuál cree que es el papel y utilidad de las residencias?
Estar en Ikusmira Berriak ha sido un primer paso para que la película esté en el Zinemaldia este año. Para alguien que no ha tenido la experiencia industrial de financiar una película, ciertas residencias son interesantes, no todas… ni mucho menos. La estancia en Casa Velázquez (Madrid) fue durante la etapa de rodaje, y nos vino muy bien para montar mientras rodamos. Fue una residencia muy cercana al proceso creativo.
En el debate posterior al estreno, habló de cómo le había emocionado el cásting de uno de los protagonistas.
A Juan Francisco siempre lo veía por el pueblo con la bicicleta. Me parecía un niño muy especial. Le propuse a su madre hacerle un cásting y nos emocionó tanto que cambiamos el guion original, donde ese personaje era una niña. Juan Francisco se siente muy vinculado con su abuelo fallecido y conecté mucho con él. La relación con mis abuelos también me ha marcado mucho.
La película empieza con una reconstrucción de ese cásting. Deja claro, de entrada, el carácter “documental” del film.
Yo creo que todo cine es ficción. Empezar la película con el cásting, donde Juan Francisco nos cuenta quien es, de donde es… era para mí una puerta de entrada, una invitación a un territorio.
Un territorio al que “vuelves”, buscando un mundo que se desvanece, quizás. Hay un movimiento transversal en el arte que va en esa dirección.
Me imagino que ciertas personas estamos buscando “algo” en los métodos tradicionales y ancestrales de vivir, de crear, de comer, de trabajar… Intentamos huir de esa idea de progreso de mitad y finales del siglo XX. Hay un sentir global de escarbar en las raíces. Y que nos sitúa en una idea de mundo que se está alejando de la humanidad. Creo que tenemos, como generación, posibilidades que nos han permitido pensar así. Hay privilegio en esa posición.
Marc Barceló