La sinopsis de la película El otro hijo se queda corta para reflejar el lío de sentimientos que viven los protagonistas y, en consecuencia, el espectador. Porque una cosa es innegable: los sentimientos traspasan la pantalla. Y no solo eso, en ocasiones no se puede estar seguro de dónde nacen esos sentimientos, en la ficción o en la realidad, y eso solo lo consigue una producción cargada de sinceridad.
El otro hijo es el primer largometraje del director colombiano Juan Sebastián Quebrada (Medellín, 1987), que llega al Zinemaldia después de participar en festivales como Toronto, Munich, Toulouse y Cartagena. Pero no es la primera vez que su película llega a San Sebastián, ya que fue seleccionada en el 2020 para el Foro de Coproducción del Festival, aunque, tal y como lamenta el cineasta, en aquella ocasión se realizó de manera virtual. Por eso la alegría es doble ahora que está por primera vez de manera presencial en la ciudad: por poder presentarla y por que su familia lo ha acompañado a esta cita tan especial.
No es casualidad que la presencia de su familia sea tan importante para él, ya que el guion está basado en su vida y en la tragedia que comparte con la que aparece en el film. El joven director perdió a su hermano a la edad de quince años, y él mismo comenzó una búsqueda de respuestas que, en ocasiones, no llegan.
“Escribir el guion y rodar la película ha sido todo un desafío emocional”, asegura Quebrada. “Uno cree que su familia y él mismo son los protagonistas de su propia película. Y los protas nunca mueren, ¿no?”.
Confiesa que el reto estaba en saber cómo hacer que la película no fuese una crónica personal. “Estaba demasiado conectado con la historia. Cuando contaba a mi círculo cercano que el guion iba sobre mi hermano… lo veían arriesgado”, cuenta.
Aquel proyecto que comenzó como terapia personal ha resultado en 95 minutos que pasan volando y que dejan al espectador con el corazón encogido. El otro hijo no es una película que hable solo del duelo y de las diferentes formas de llevarlo, habla de cómo una madre pierde a su hijo, de cómo un hermano pierde a otro, y de cómo intentan salir adelante mediante búsquedas de respuestas, de porqués, de bienestar. “La búsqueda del bienestar es lo más duro, ese ‘tratar de estar mejor y no lograrlo’. Sé lo que se siente cuando se está mal, pero estás en un ambiente o situación en la que tienes que estar bien. Sé lo que siente la gente que lucha por estar bien”.
Esta carga emocional se contagió a todo el equipo de la película y puso contra las cuerdas al actor protagonista, Fede, interpretado de manera asombrosa por Miguel González y sus silencios cargados de emociones. “Fede lleva el duelo a su manera, que es la de intentar seguir adelante y contener sus emociones, no llorar; pero en cuanto cortábamos la toma, Miguel explotaba” recuerda el director colombiano.
Puede que para muchos cineastas el salto al largometraje sea un desafío que suponga un gran esfuerzo y Juan Sebastián sabe que muchos profesionales se acaban rindiendo y abandonan el proyecto. Él nunca se lo planteó. Tenía claro que quería contar esta historia. “Yo sabía que nunca iba a perder ni a abandonar el guion. Ahora hemos presentado la película y puedo cerrar esta etapa”. Quizás parte de la clave para haber llegado hasta aquí haya sido también el apoyo de sus padres y el amor que ha recogido de todos aquellos que han formado parte de la película. Entre ellos los actores y extras que no eran actores profesionales y que se entregaron por completo al proyecto.
“Es difícil encontrarle sentido a la vida y mucho más a la muerte, quizás sea imposible responder a esa búsqueda humana”. Lo que queda claro es que ese sentimiento es universal y que los espectadores del Zinemaldia realizarán un viaje empático en esta película tremendamente sincera y real.
Iratxe Martínez