"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Realizar una película de animación necesita de un mayor grado de paciencia y sentido del tiempo que una de imagen real. No siempre es así, por supuesto, pero pensar, escribir, idear, dibujar, animar, filmar, sonorizar y montar un film de animación, sea de Pixar o de Hanna-Barbera, de Disney o de Ghibli, de un pequeño estudio español o de una productora francesa, es tarea de un temple y sosiego que no está al alcance de todo el mundo. Así se ha gestado El sueño de la sultana, una de las tres películas españolas –y una de las dos realizadas por directoras vascas– que compiten este año en el Festival. Y como complemento, nutriente o descubrimiento, una muestra de dibujos y procedimientos del film, situada en la Sala de Exposiciones 2 de Tabakalera, expande durante estos días el universo de este largometraje de Isabel Herguera. La exposición podrá verse hasta el 7 de enero del próximo año.
Primero fue un cuento de la escritora bengalí Begum Rokeya Hossain publicado en 1905 y titulado como la película, la descripción de un mundo –aún utópico– gobernado por mujeres. Hossain fue una escritora, librepensadora, educadora y activista feminista, y cuando Herguera topó con este libro supo que sus páginas tenían una historia, una traslación al universo imaginario de los dibujos animados. La directora había estado en la India en 2005. Allí dio clases de cine de animación. Todos los días se obligaba con los alumnos a salir a las seis de la mañana para dibujar. Cómo explicó en la presentación de la exposición, ver como se mueven las personas, los animales, es fundamental para el animador. También realizó varios talleres con las integrantes de una cooperativa de mujeres que se dedican al Mehndi, o tatuaje temporal: sirve, entre otras cosas, para adornar los pies y manos de las mujeres antes de la ceremonia nupcial.
De todas estas experiencias surge la película y, con ella, una exposición que explica muy bien los procedimientos hasta llegar a las imágenes en movimiento. El proyecto de El sueño de la sultana se remonta al 2012. Herguera estuvo después en una residencia de Tabakalera para escribir el guion, la película se presenta en el SSIFF y la exposición encuentra su hábitat natural en la propia Tabakalera. Fin del primer ciclo que emprende la película.
El espectador encontrará en la exposición, distribuida en bloques, la esencia de los cuadernos de viaje que Herguera lleva siempre consigo y en los que plasma ideas, universos visuales, conceptos y personajes. Son dibujos preparatorios realizados en cuartillas o papel de seda, bocetos, storyboards, ilustraciones de los fondos empleados en el film –800 aproximadamente, realizados durante seis meses de trabajo: fueron hechos antes del proceso de animación, cuando generalmente es al revés–, marionetas y recortables en cartulina negra y una muestra muy didáctica de la técnica del multiplano, el medio con el que, por ejemplo, Lotte Reiniger compuso sus hipnóticas películas mudas de siluetas: escenas superpuestas por medio de cristales colocados paralelamente entre sí. Además, algunos de los libros que han inspirado a Herguera para escribir su relato –volúmenes de teoría feminista, el de Hossain, el de Paul B. Preciado–, una serie de talleres –el del artista visual Ángel Peris en torno al arte sobre papel y tinta china– y, pasando de lo artesanal a lo digital, una serie de contenidos inmersivos de realidad aumentada que podrán disfrutarse con el móvil o la tableta.
Quim Casas