Las películas seleccionadas en Horizontes Latinos que no hayan sido presentadas en ningún festival español ni estrenados comercialmente en España optan al Premio Horizontes, valorado en 35.000 euros.
El jurado de la sección, compuesto por David Hurst (presidente), Manuela Martelli y Elisa McCausland, ha sido el encargado de deliberarlo. Hurst, que desde los últimos seis años se ha centrado en apoyar a talentos emergentes en todo el mundo, especialmente en América Latina, a través de Dublin Films, comenta que “el nivel general de la sección es muy alto. Hemos hecho debates muy interesantes sobre cada película. Hemos percibido que los cineastas han atrapado el tema de la familia como un lugar de refugio, siendo así los vínculos afectivos una manera de resistir a la época difícil que vivimos”.
La directora, guionista y actriz Martelli, 1976 (Horizontes Latinos, 2022), afirma que los largos son “un buen retrato de lo latinoamericano. Se hace hincapié en la importancia de la familia y en revisar esa “institución”: las problemáticas que acarrean, la ausencia del padre, la violencia, los abusos de poder. Se ha cubierto un abanico de lo que es Latinoamérica”.
McCausland, periodista, crítica e investigadora, añade que “compartir diferentes puntos de vista tras los visionados me ha resultado bello. Es muy interesante tener la combinación de perspectivas. Hay abordajes que son arriesgados y en época de crisis e incertidumbre buscas esa película que te sorprenda, que te arrebata. Es algo que todos hemos tenido en cuenta”. Para ella, recibir la llamada de José Luis Rebordinos con la invitación de ser jurado fue una enorme alegría: “Llevo cubriendo el Festival desde las prácticas de la carrera, por lo tanto, hay un vínculo muy especial con él. Además, como crítica, es en esta sección y en New Directors donde he encontrado más estímulos”.
El presidente del jurado recalca que, como productor de películas independientes, conoce la fuerte “demanda que existe para contenidos, y quizás no tanto para obras. Esto es algo problemático. En esta sección hemos visto varias películas que para mí corresponden a esta manera de luchar. Son películas que toman riesgos tanto de manera formal, como sobre los temas que tratan y la manera de contar una historia. Lo que valoro de una película es que se explique de una manera singular y original, que intente dar sorpresas al público”.
Martelli añade que “es una responsabilidad nuestra como jurado decidir dónde ponemos el acento, a qué le damos visibilidad, y también se junta con lo que dice Elisa: son tiempos de mucha incertidumbre en la vida y también en el cine. Eso tiene que ver también con preguntarse cuáles son las formas, cómo se narra esa crisis, cuál es el lenguaje para contar esa crisis y de qué manera la sobrellevamos en el cine en cuanto a la relación entre obra y mercado”.
Sobre esa responsabilidad y la manera de ver cine en el Zinemaldia, McCausland confiesa que “no es lo mismo cómo ves un film aquí o cómo lo ves el fin de semana cuando vas al cine o en casa. Aquí, te preparas para todo lo que supone un festival. Es una responsabilidad que conlleva sus pequeños rituales, que van desde tomar nota hasta no querer saber nada sobre el proyecto para que no te genere expectativas. Como jurado, tienes que escoger una película que conlleva un premio y, un premio conlleva futuro”.
Los tres han aplaudido el compromiso del Zinemaldia con las mujeres cineastas: “La política sostenida en el tiempo de este festival, que tiene que ver con actos y no tanto con notas de prensa subrayando determinadas cuestiones, es algo que me parece importante, sobre todo porque es así como se cambian las estructuras a la vez que se transforman las miradas y los distintos trabajos visibilizados”, ha concluido McCausland.
María Aranda Olivares