"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
“Érase una vez…” –empezaba a relatarnos Víctor Erice en El espíritu de la colmena. “Hubo un tiempo…” comenzó el cineasta su discurso de agradecimiento del Premio Donostia, que recogió ayer en el mismo escenario donde recibió la Concha de Oro por su ópera prima. Entre un momento y otro, median 50 años, cifra redonda para honrar a aquel que ha tejido con retazos de memoria una filmografía tan apasionante como a contracorriente. Ana Torrent, aquella niña que se mostraba absorta frente al monstruo de Frankenstein, fue contundente en la presentación del premio a su mentor: “Víctor ha enlazado de tal manera vida y cine que resulta emocionante estar aquí pues es la manera de cerrar un círculo”.
Y entonces llegó el homenajeado, afrontando la ovación del público del Victoria Eugenia, uno de los cines de su infancia, como se encargó de recordar en un discurso emocionado, emocionante. Una declaración de amor a una ciudad, Donostia, “donde crecí, en todos los sentidos, también como espectador de cine”, y también a un Festival “que he visto crecer y donde la primera película que vi, en ese gallinero, fue Las noches de Cabiria, de un tal Federico Fellini, a quien recuerdo en uno de los palcos con un smoking blanco”. Y así, recuerdo a recuerdo, Erice quiso homenajear al cine, “del que, hace sesenta años, teníamos la convicción que era el arte del siglo”