Nacido en Australia, en una pequeña comunidad aborigen, la defensa de estas raíces ha inspirado todos sus trabajos como director, desde sus primeros documentales hasta sus largometrajes de ficción, el primero de los cuáles, Sansón y Dalila (2009) se hizo con la Cámara de Oro en Cannes. Entre sus trabajos posteriores destaca el western Sweet Country (2017). Ha venido a Donostia para presentar The New Boy, film coprotagonizado y producido por Cate Blanchett.
Creo que esta película surge de sus recuerdos de infancia en una escuela misionera. ¿Cómo fue madurando la idea?
Efectivamente, con once años estuve estudiando en un colegio de monjes benedictinos y me acuerdo del gran impacto que me produjo aquella imagen de Jesús crucificado que presidía el altar de nuestra parroquia. Con el paso de los años me convertí en cineasta y siempre pensé que aquellos recuerdos daban para desarrollar una historia, pero tardé en ponerme con ello.
De hecho, han pasado dos décadas desde que tuvo lista la primera versión del guion hasta que finalmente ha conseguido estrenar The New Boy. ¿Cuando se trabaja sobre una historia tan personal cuesta más sacarla adelante?
Confluyeron varios factores. Por un lado, es cierto que cuando trabajas sobre una historia tan personal, te concedes más tiempo para sacar todo lo que tienes dentro. Pero en el caso concreto de este proyecto, la verdad es que me costó encontrar financiación. La primera versión del guion narraba la relación entre un niño y un cura. Y lo cierto es que en la historia no había ningún elemento escabroso, pero cuando iba con el proyecto a diferentes productoras, al hablar de un niño y un cura, inevitablemente asumían que mi película trataba sobre pederastia y eso los llevaba a no querer saber nada del proyecto. Así que al final opté por ambientar la historia en una misión de monjas y no de monjes.
“Me vino muy bien trabajar con Cate Blanchett de cara a controlar mis miedos en lo referente a la dirección de actores”
Pensé que ese cambio vino dado por el interés de Cate Blanchett en participar en la película.
No, de hecho, fue anterior. Pero lo que sí es verdad es que Cate llevaba años comentándome que quería hacer alguna película conmigo. Hace un par de años empezamos a hablar sobre la posibilidad de materializar ese deseo y yo le mandé el guion de The New Boy pero le advertí: “Tu verás, se trata de un papel muy pequeño”. Pero ella se mostró encantada y se sumó al proyecto, lo cual fue una maravilla porque con Cate dentro nos fue mucho más fácil encontrar financiación.
¿Cómo fue trabajar con ella?
Cate Blanchett es uno de esos rostros que llenan la pantalla. Me vino muy bien trabajar con ella de cara a controlar mis miedos en lo referente a la dirección de actores. Como empecé en el cine haciendo documentales he de confesar que siempre he tenido fobia a los actores, nunca he sabido muy bien como dirigirlos y necesito a intérpretes que me den seguridad.
En sus anteriores películas ya abordaba las tensiones culturales entre aborígenes y colonos, en esta ocasión le suma además el elemento religioso. ¿Qué le interesa de este tema?
Yo soy aborigen, pertenezco a un grupo étnico muy pequeño con una lengua propia y antiquísima que actualmente apenas hablan cuarenta personas. La única manera de que estas culturas minorizadas encuentren eco es a través del cine, de la música, del arte. Por eso desde que empecé a hacer películas me levanto cada mañana imaginando historias en las que pueda dar visibilidad a estas personas. Pero, al mismo tiempo, me gusta contar historias que estén equilibradas donde el protagonismo esté repartido entre gente de diferentes grupos étnicos.
El final de la película parece defender la idea de que la integración conlleva aniquilar la singularidad de estos pueblos. ¿Cree que cuando hablamos de integración es una manera amable de referirnos a un concepto más conflictivo como el de asimilación cultural?
Absolutamente. Hablamos mucho de las especies animales amenazadas, pero poco de las culturas que están en peligro de extinción. No dejo de pensar en ello, sobre todo cuando veo a la gente de esas culturas esforzarse por parecerse a la mayoría de los blancos en lugar de reivindicarse atendiendo a aquellas características que les hacen únicos y singulares.
Jaime Iglesias Gamboa