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Bauryna Salu es la ópera prima del director kazajo Askhat Kuchinchirekov (Almaty, 1982), una obra basada en su propia vida y que habla de una antigua tradición nómada. Pero que esto no engañe al espectador, esta tradición es muy habitual y el director defiende que es una seña de identidad de la nación. Según esta tradición, las familias entregan su primogénito a sus abuelos nada más nacer o al cumplir un año para que lo críen. En el film, y tal y como le ocurrió a Kuchinchirekov, el protagonista es entregado a su abuela nada más nacer, pero esta fallece cuando él tiene doce años y le toca regresar con sus padres y sus hermanos, todos desconocidos para él. Esta crisis en plena adolescencia no es fácil de llevar para el protagonista, y tendrá que aprender a resistir en un entorno duro y frío para él.
Esta película nos acerca a Kazajistán y a una tradición que puede no ser fácil de comprender para el público europeo.
Sí, mucha gente me lo dijo cuando escribí el guion. Es más, creo que unas 90 personas me dijeron que solo podría entenderse en nuestro país. Pero yo necesitaba contar mi historia personal y creo que esto me ha hecho reconciliarme con ella. Lo pasé muy mal, fue duro, pero ahora he comprendido que es una tradición muy antigua, y que las tradiciones son parte de nuestra identidad.
¿Qué es ficción y qué es personal en Bauryna Salu?
No puedo hacer una separación. Todo es mi historia personal, pero, a la vez, también adapté el guion a la personalidad del actor principal, Yersultan Yermanov. Supongo que la película es parte de mí, pero a la vez refleja la realidad de muchos jóvenes de Kazajistán.
Hablando del actor principal, Yersultan Yermanov, es admirable su trabajo en el film siendo tan joven.
Es muy joven y además no es actor profesional. La historia de Yersultan es muy dura. Vive con su madre y sus tres hermanos en un contenedor debajo de la estación de tren; ha crecido sin un padre. Es muy curioso cómo di con él. Yo ya había hecho una prueba de casting a unos dos mil niños o así y, de repente, puse la televisión nacional y estaban emitiendo un programa en el que estaban su madre y él pidiendo ayuda. Vi su mirada y supe que era el indicado para protagonizar mi película. Afortunadamente, el director de ese programa era amigo mío y pude dar con ellos.
Le habrá cambiado la vida.
No sé si le habrá cambiado la vida, yo espero que siga actuando, pero es un chico muy tímido y reservado, cuando terminamos de rodar no me dirigió la palabra durante seis meses. Ahora ha venido a San Sebastián y espero que ver la película y estar rodeado de espectadores le haga abrirse y reconciliarse con todo el proceso.
¿Ha sido duro para él?
Sí, sobre todo porque no está familiarizado con los rodajes. Estuvimos unos tres meses ensayando y preparándolo y ahí vi qué teclas tenía que tocar para que en el rodaje mostrase esos sentimientos que necesitaba para el film, llorar, enfadarse… Por ejemplo hablar de su padre, y, bueno, fue duro, pero como director tengo que saber cómo obtener lo mejor del actor y esas fueron mis herramientas.
El resultado es una actuación espectacular y una oportunidad única para conocer esa parte de Kazajistán.
Sí, estoy muy satisfecho y es un honor para mí representar a mi país en San Sebastián. Los países se construyen por su idioma, su cultura y sus tradiciones, así que es importante conservar esas tradiciones. El País Vasco es un sitio en el que se respetan mucho las identidades. Me alegra poder presentar mi película en un sitio así.
Iratxe Martínez