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Hay una situación bien reconocible en el punto de partida del segundo largometraje de la realizadora francesa Éléonore Saintagnan que ella aborda con mirada bastante irónica y un humor muy personal con ingredientes de absurdo. Mucha gente ha sentido a veces el deseo de escapar de sus rutinas en la ciudad, de evadirse al campo, entrar en contacto con la naturaleza y encontrar un poco de paz. Se ha comprobado que esto se acentuó todavía más tras la pandemia, y concretamente en Francia se produjo cierto éxodo desde Paris a la región de Bretaña, donde Saintagnan ubica ese camping del lago que convierte en título de su película.
“Parte de una situación más o menos personal. Yo misma estaba viajando frecuentemente a Bretaña por el proyecto de una instalación artística que finalmente no pudo salir adelante por la pandemia. Pero descubrí ese camping y me inspiró, así que durante un año estuve yendo siempre que podía y fui conociendo a la gente que vivía en el camping de forma permanente. Algunos efectivamente habían ido de vacaciones y después decidieron quedarse a vivir; otros se habían retirado cuando llegaron a su jubilación; el caso de otros obedecía a circunstancias económicas”, explica la realizadora. De hecho, ella misma interpreta a la protagonista.
La inspiración llegó de más vías además de la de conocer a los residentes. En la región, Saintagnan tuvo conocimiento de una leyenda local relacionada con san Corentino de Quimper, patrón de una localidad vecina, y que según la leyenda, a su ermita acudía cada día un pez para alimentarle. Tomando esa idea y el lago, y remitiéndose a otra conocida leyenda, esta vez pagana, como la del monstruo del lago Ness, ella transformó el pez asimismo en un monstruo que todo el mundo trata de encontrar.
Esta combinación de elementos tiene mucho que ver con unos intereses muy particulares de la directora: “Me interesan mucho las leyendas, y además practico un juego bastante particular en mis distintos trabajos, y es que cada una de mis películas la focalizo en un animal. Por ejemplo, en la anterior fue la oveja, en este caso ha sido el pez. Me interesa mostrar cómo viven las personas en contacto con los animales, cómo interactuamos con ellos”.
Saintagnan se ha movido en sus trabajos previos en la frontera entre el documental y la ficción, y aunque en este caso ella quiere aclarar que se trata de una película completamente de ficción, cierta vocación documental se identifica en Camping du lac, ya que la mayoría de los personajes que se retratan son los auténticos residentes del camping, y sus vidas son casi tal cual se muestran. “Es gente de verdad, pero han entrado en mi juego. Al final se les muestra cómo son, pero desde el momento en que representan su papel, ya no son idénticos a la vida real, y estamos entrando en el terreno de la ficción”. Y prosigue: “Mi película ofrece un montaje de ficción usando elementos reales que reinterpreto”.
Incluso la realidad se cuela en algo tan fantasioso como la aparición final de ese pez gigante en un pozo de barro, ya que recientemente habían aparecido en la costa de Bretaña tres ballenas muertas. Asimismo, el lago al que se vincula el camping en la realidad ya está seco debido al calentamiento global y actualmente no es sino una extensión de barro. En última instancia, lo que Éléonore Saintagnan está ofreciendo con esta película tiene una fuerte carga de concienciación ecológica. “Esta película es una metáfora sobre cómo estamos tratando la naturaleza”, concluye.