Kaijus, las bestias gigantes tipo Godzilla de la edad de oro del cine fantástico japonés. Yokais, criaturas medio humanas medio bestias procedentes del folclore nipón. Vampiros. Fantasmas. Extraterrestres. Aventureros. Científicos locos. Todo este tipo de personajes, y muchos más, están bien presentes en la exposición “Iconos del cine fantástico del cine japonés” realizada a partir de las colecciones personales de Daniel Aguilar, experto en cultura popular japonesa y delegado del SSIFF, y Tomoo Haraguchi, encargado de efectos especiales cinematográficos y diseñador de muñecos y máscaras fantásticas. La exposición, organizada por Donostia Kultura y la Fundación Japón, encuadrada en el programa de actividades Euskadi Japón 2023 y ligada a la programación de la próxima edición de la Semana de Cine Fantástico y de Terror, se inauguró el pasado 14 de septiembre y podrá verse hasta el 4 de noviembre.
Este repaso mediante jugosos carteles, fotografías, fotocromos, dibujos, programas de mano y guías de prensa –aproximadamente 120 piezas–, más una decena de los objetos creados por Haraguchi –entre ellos el cuerpo de una sirena, pieza donada por el autor a San Sebastián en 2008–, se divide en seis bloques temáticos. El primero atañe al cine fantástico anterior a la segunda guerra mundial. El segundo contempla la edad dorada del cine de fantasmas, entre 1953 y 1970. Un tercero repasa gráficamente el cine de monstruos gigantes, de Godzilla a Gamera pasando por los enfrentamientos del primero con el mismísimo King Kong occidental. El cuarto se centra en dioses, demonios y dragones. El quinto lleva por título “Terrores modernos, crisol de Oriente y Occidente”, cuando estrellas estadounidenses a la baja aparecían en producciones japonesas o cineastas de este país rodaban en Estados Unidos. Y el sexto bloque muestra diversos ejemplos del cine de ciencia ficción japonés.
Los carteles de estas películas, tan enraizadas con la infancia y adolescencia de varias generaciones de espectadores curtidos en sesiones de programa doble, consumidas después de modo distinto en la edad adulta, aunque sin perder la maravillada inocencia que sus imágenes prometían y cumplían, representan la memoria viva de un tipo de cine popular hoy en desuso; de algunas de estas películas, no tan lejanas en el tiempo, realizadas en los años cincuenta o sesenta, ni siquiera se conservan copias. La colección de Aguilar atesora carteles japoneses correspondientes al estreno comercial en aquel país y pósteres realizados para la distribución de las películas en España, algunos de ellos con la inimitable firma de los ilustres Jano y Mac.
Hay imágenes para todos los gustos. No podían faltar los carteles de Godzilla contra los monstruos, uno de los clásicos de Ishiro Honda, o de La batalla de los simios gigantes, también de Hon da, en la que un pulpo gigante pelea contra un simio no menos enorme y de color verde. Pura serie B japonesa financiada por la poderosa Toho. Les siguen fotografías guías o carteles de Los monstruos del mar, King Kong contra Godzilla, Japón bajo el terror del monstruo, Los invasores del espacio, Los hijos del volcán, Superman contra la banda negra, Agente 04 del imperio sumergido –otra de monstruos submarinos y ciencia ficción dirigida por Honda, cocinada a fuego lento entre Toho y la gran compañía B de Estados Unidos, American International Pictures–, La bestia ciega, Tres tesoros, El pirata samurái, la misteriosa cinta de animación Belladonna y hasta La bestia y la espada mágica, una nueva entrega de licántropos a cargo de Paul Naschy rodada, en esta ocasión, en tierras japonesas.
Quim Casas