"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Bruno Calgagni. Ha pasado cinco años en una cárcel estadounidense por posesión y tráfico de heroína. Vuelve a Francia, pero no regresa a ninguna casa. No la tiene. Su madre se suicidó hace dos años. Se instala provisionalmente en la casa de su padre. Las imágenes del reencuentro son extrañas. Se miran como si no se reconocieran. Pero a los pocos minutos, su padre le da un fuerte abrazo. Sabe lo que ha hecho. Sabe por qué lo ha hecho. Sabe también que su esposa entró en un estado depresivo al saber que el hijo de ambos estaba en la cárcel, y eso la llevó a abandonarse, hacerse adicta a los barbitúricos y quitarse la vida. Bruno intenta reintegrarse, pero sigue siendo lo que siempre ha sido. No vuelve a consumir. Encuentra trabajo descargando sacos o cajas de botellas. Vuelve a ver a una vieja amiga de la familia. Una noche, en un bar, coquetea con dos jóvenes prostitutas y las invita a tomar algo con él y su padre. Este estalla. No entiende las reacciones y comportamiento de su hijo. Abandona el local, Bruno le sigue y René, el padre, le grita a la cara que su madre se suicidó por culpa de él. Fin del primer acto de Un mauvais fils, película con la que Sautet cambió de hábitos temáticos y formales de manera inesperada y muy productiva.
El teórico segundo acto se inicia con un descubrimiento, una revelación: una librería y una mujer a la que amar. Librería = trabajo = un mundo nuevo. El propietario de la librería (Jacques Dufilho) le recibe de
manera entusiasta. En un bibliófilo empedernido que ama los libros y desea que todo el mundo los ame. Su ayudante, Catherine (Brigitte Fossey), no lo tiene tan claro. “Aquí no encontrarás comic books” le dice irónicamente a Bruno, un comentario clasista, desconfiado e injusto.
Bruno aprende mucho con estos dos personajes, cultural, intelectual, sexual y emocionalmente, pero el padre, aunque ausente durante muchas fases del relato, está de un modo u otro siempre presente. Lo interpreta todo un veterano, Yves Robert, director de títulos tan populares como La guerra de los botones (1962) y El gran rubio con un zapato negro (1972), y protagonista de El juez y el asesino (1976) y Mujer entre perro y lobo (1979), entre más de 80 películas. No debemos olvidar que el título está relacionado con él y cómo ve las cosas: un mal hijo, referencia a la interpretación que René da de los actos de Bruno.
Un mauvais fils abrió una nueva vía en la singladura de Sautet, aunque no marcó exactamente una tendencia. En la apreciable búsqueda de nuevos rostros para su cine, acertó con Patrick Dewaere, el héroe trágico del cine francés de los 70 y los 80, ensombrecido –o eso creía él–por su amigo y compañero de generación Gérard Depardieu, con el que se había convertido en el gran “canalla” del cine galo de la época en Los rompepelotas (1974). Dewaere tuvo una dura historia con las drogas, al igual que Bruno, y eso condicionó o estimuló –los procesos creativos son siempre muy complejos– diversos aspectos del personaje y del film. Su interpretación es formidable, ya que expresa muy bien la deriva de su personaje, entre el conformismo y la confrontación con los otros, a través de la mirada y de la actitud corporal, sin que medien las palabras. Para un cineasta tan literario como Sautet, y en un film en el que los libros tienen una relevancia especial, Un mauvais fils se desprende de la obligación de la palabra para mostrar las cosas importantes capturando el semblante de Dewaere.
Quim Casas