Andrew Dominik, uno de los cineastas actuales que más tiempo se toma entre película y película, llevaba años preparando un film sobre Marilyn Monroe basado en el libro de Joyce Carol Oates, que es cualquier cosa menos una biografía convencional de la protagonista de Los caballeros las prefieren rubias. Ha conseguido realizarlo con producción de Netflix y presentarlo en la Mostra de Venecia. El próximo sábado recalará en San Sebastián como película sorpresa; una sorpresa ya revelada. La proyección de Blonde cuenta con el patrocinio de la empresa guipuzcoana Construcciones y Promociones Antiguo Berri y al Festival asistirán Dominik y Ana de Armas, la actriz de origen cubano que ha aceptado un desafío mayúsculo: encarnar en pantalla a quien fuera una de las presencias más impactantes del cine de Hollywood de los años 50.
No puede hablarse de un biopic en el sentido estricto de la palabra. El voluminoso libro de Joyce Carol Oates, publicado en 2000, reimagina la historia de Norma Jeane Mortenson, el verdadero nombre de Marilyn, mezclando elementos reales con otros absolutamente ficticios. El neozelandés Andrew Dominik es un director bastante peculiar que también reimaginó a su manera a un personaje legendario del far west, el forajido Jesse James, en El asesinato de Jesse James por el cobarde Bob Ford (2007), y aportó una mirada distinta al neo noir con Mátalos suavemente (2012). Ambas películas fueron protagonizadas por Brad Pitt, que ha intervenido como productor en Blonde. Dominik también ha reescrito a su manera el rockumental con sus dos imaginativos trabajos para Nick Cave, One More Time with Feeling (2016) y This Much I Know to Be True (2022). Esperar de él una biografía “oficial” de Marilyn Monroe no tendría sentido, más partiendo de la imaginativa visión sobre el personaje ofrecida en su libro por la veterana Oates, aún muy activa, a sus 84 años, con novelas editadas en el último lustro como “Un libro de mártires americanos”, “Riesgos de los viajes en el tiempo” y “Delatora”, esta última centrada en una joven baqueteada por unas circunstancias que muy bien podrían entremezclarse con las de Monroe
en el arrabal del cacareado sueño americano que la actriz acarició, pero no consumó.
Al publicarlo, la escritora se apresuró a avisar que quien quisiera saber aspectos reales de la vida de Marilyn debería consultar otras biografías. Es una novela, y es fiel a la verdad hasta cierto punto. El artista inventa, como inventaba Marilyn al protagonizar Niagara, La tentación vive arriba o Vidas rebeldes; en este último caso, inventaba en pantalla las cosas que le escribía su entonces marido, el dramaturgo Arthur Miller. Muchas veces se dijo de esta pareja que eran la Bella y la Bestia, o el sexo y el intelecto. Pero la actriz tenía inquietudes que Hollywood abortó convirtiéndola, desde el primero momento, en la “deseable rubia tonta” que algunos productores reclamaban para sus películas.
Blonde, novela y película, hablan de todo esto, pero imaginan un mundo mejor, y también peor, para la protagonista de Bus Stop, uno de los muchos filmes en los que demostró su talento dramático, aunque pocos se lo reconocieron en vida. La actriz insegura de sí misma, esquiva, frágil, que se inscribía en los hoteles y moteles con el nombre de Sugar Kane para pasar desapercibida. Sugar Kane, el nombre de su personaje en Con faldas y a lo loco. Sugar Kane, el título de una canción de Sonic Youth que hablaba precisamente de esta doble vida en un buscado, y apreciado, anonimato.
Dominik pensó en distintas actrices a lo largo de los años que estuvo preparando el proyecto. Finalmente eligió a la más inesperada, no por no ser rubia, que para eso ya está la loable tarea de los departamentos de maquillaje y vestuario, sino por presencia, acento, currículo. Aunque ha intervenido en títulos importantes como Juego de armas, Blade Runner 2049, Puñales por la espalda y, en sendos papeles de heroína proactiva del cine de acción, el último Bond, Sin tiempo para morir, y El agente invisible, De Armas aún no tenía la categoría de primera dama del actual Hollywood que encarnar a Marilyn Monroe a buen seguro le va a otorgar.
Se ha escrito ya mucho desde que el film se vio en el Lido veneciano, y, en general, Ana de Armas sale triunfadora de ese desafío mayúsculo: entender bien a alguien en el fondo tan complejo como Monroe para expresarla en una pantalla moderna.
Quim Casas