Carla Simón es el nombre del año. Su segundo largometraje, Alcarràs, ganó el Oso de Oro en la Berlinale, y acaba de ser seleccionado como representante español en la carrera por los Oscars. Si eso fuera poco, este año ha tenido tiempo de rodar una carta muy especial, surgida de una invitación de la marca de moda Miu Miu.
¿Cómo le llega este encargo?
Surge cuando yo estaba en el Festival de Málaga, en el estreno español de Alcarràs, y me llamaron para ver si quería hacer el próximo corto de su proyecto audiovisual, “Women’s Tales”. Yo lo conocía mucho porque hay directoras que admiro que han formado parte de él, como Lucrecia Martel. Así que dije que sí aun estando embarazada de seis meses y con toda la promoción de Alcarràs por delante.
Respecto a sus dos largometrajes, hay un cambio de registro, abandonando el naturalismo en favor de lo simbólico, experimental…
Es algo que tiene mucho que ver con la película que estoy preparando, así que aquí experimenté. Cuando estás preparando un largo, con tanta gente, tanto dinero, procesos tan largos… de repente poder hacer algo con menos elementos, más desde la escritura automática, te da la opción de conectarte con el cine desde otro lado mucho más íntimo, más genuino, más directo…
Recrea fotos de su madre embarazada poniéndose frente a la cámara, ¿qué relación tiene con su archivo familiar?
La memoria familiar es un tema que me preocupa. Mis padres se murieron cuando yo era muy pequeña y nunca me han podido explicar su historia. Yo he intentado reconstruirla, pero te das cuenta que no se puede de una manera definida o clara. Tengo elementos, cosas que sé que les gustaba hacer, cartas de mi madre que me han dado mucha información… Y a partir de ahí he podido rehacer sus vidas como un acto sanador. Para construir mi identidad necesito tener un relato.
Esa voluntad de sanar a través del símbolo y la presencia-ausencia de la madre me recordó a La metamorfosis de los pájaros de Catarina Vasconcelos.
¡Sí! La película de Catarina es muy hermosa y fue un gran referente. Hay esa cosa del cine como lugar donde expresar y reconstruir las cosas. Como a mí me falta todo ese archivo y memoria familiar, en el momento de tener un hijo es lo primero que me planteé: que eso no le falte. Que pueda tener un retrato de su familia cuando nació.
¿Cómo escogió los espacios? En el cementerio vemos una lápida con el nombre de su madre.
El nombre en la lápida es un efecto. Por cuestiones de logística no rodamos en el cementerio de Badalona donde está mi madre. En cuanto a otros espacios, el mar está muy presente porque en sus cartas habla mucho del mar y mi padre era gallego, de Vigo.
¿Y el fuego?
Manel tenía que nacer por la vigilia de San Juan. Esas imágenes del fuego son como una celebración del acto de dar a luz. Y luego está el fuego en las escenas de las almas que arden... Yo tengo mucho miedo al fuego, desde pequeña, pero es algo que me hipnotiza mucho.
Más que diálogos, es la canción quien toma la voz en la película.
Mi madre, en una de sus cartas, habla de una canción de “Lole y Manuel”, un grupo de flamenco de esa época. Tienen otra canción, la que suena en esta Carta…, que es una nana que compusieron cuando nació su hija, llamada “Un cuento para mi niño”. Yo recuerdo con mucho cariño los cuentos que me contaban de pequeña y me gustaba la idea de que todos le contaran este cuento a Manel.
Y… ¡Ángela Molina!
Puestos a imaginar quien sería mi madre ahora… ¡Pues que sea Ángela Molina! Siempre quise trabajar con ella y ella se me acercó hace algunos años diciendo que había conectado mucho con Estiu 1993 y que también quería trabajar conmigo. Fue muy emotivo trabajar juntas. Es muy maternal y muy mística… y ahora tenemos una conexión más allá de este cortometraje.
Marc Barceló