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“Uno para todos y todos para uno”. Lo decían los tres mosqueteros y lo podrían decir los tres directores del film japonés Miyamatsu to Yamashita, que se compenetran a la perfección en su primer largometraje por separado y en conjunto.
Masahiko Sato (Japón, 1954) es cineasta y profesor en un centro de investigación cinematográfico. Ahí fue donde coincidió con los alumnos Yutaro Seki (Japón, 1987) y Kentaro Hirase (EEUU, 1986) y surgió de forma natural el trabajar juntos en un guion.
Miyamatsu to Yamashita (Roleless) es un film que desconcierta al espectador desde el principio y que le mantendrá así hasta el final. Y es a propósito. “Yo veo que normalmente el espectador tiene mucha confianza en una película cuando empieza a verla y en todo momento cree estar entendiendo lo que pasa. Yo quería, de alguna manera, poner la zancadilla al espectador desde el principio para que no supiera lo que estaba viendo y que disfrutara más del efecto visual del cine que de la historia en sí”.
Los cineastas ponen la zancadilla y el espectador cae en la trampa sin remedio. Y varias veces. Este efecto consigue despertar la sorpresa del público y, por consiguiente, su atención en el film. Es difícil contar el argumento sin desvelar los trucos de magia, así que mejor ser breves: Miyatmasu es un operario de teleféricos y también trabaja como extra de cine. Le gusta su vida y lo hace bien. Pero, quizás, interpretar tantos papeles de figurante sea solo una excusa para vivir otras vidas.
El director japonés Yutaro Seki fue el que dio la chispa inicial para el largometraje. Él había trabajado previamente en la televisión como encargado de extras. “Tenía tantas anécdotas de aquella época que decidimos unirlas en un personaje y buscar la historia detrás de él. El mundo de la figuración en Japón es una locura porque se trabaja muy rápido. Como director, llamas a treinta personas y no sabes realmente cuántas van a llegar. En el momento ves cómo son y vas repartiendo papeles. Hasta un minuto antes no saben qué van a hacer. Algunos se duplican, incluso. Y también es frecuente que ocurran otras anécdotas como las que salen en el film, pero que no podemos contar sin destripar la película”.
A los tres les pareció interesante la idea y se complementaron para sacar adelante su ópera prima. Tenían un objetivo común y una idea visual de a dónde querían llegar. Seki era el que daba instrucciones a los actores y Sato y Hirase se colocaban junto al monitor para valorar esas instrucciones. “Siempre es mejor tener más puntos de vista. Parecerá extraño, pero siempre hemos estado de acuerdo en todo”, confiesa Seki.
Ayer se estrenó en el K2 y fue el auditorio el que acabo sorprendiendo a los directores. “Había mucho más público del que esperábamos, unas seiscientas personas, y su respuesta fue muy positiva. El coloquio se alargó con preguntas muy interesantes y una ovación final. Fue una sensación difícil de explicar. De alguna manera, viendo esa reacción, he comprendido en lo que consiste el cine”.
Iratxe Martínez