"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Garçon! (1983) es la película más ligera y oxigenada de Sautet (incluso la música de Philippe Sarde, habitualmente melancólica, se nos pone festiva y alegre) y, a la vez y por encima de todo, un monumento erigido a la figura de Yves Montand, en su tercera y postrera colaboración con el cineasta. En el cine no estadounidense ha habido muy pocos actores que, por su porte, estatura, autoridad ante la cámara, capacidad de imantación y dureza cuando toca, puedan compararse a esa constelación de vacas sagradas (toros más bien) de la gran pantalla que formaron, entre muchos otros, Robert Ryan, John Wayne, Lee Marvin, Gary Cooper o Gene Hackman. El argentino Federico Luppi, a veces (Un lugar en el mundo, La ley de la frontera), sería uno de ellos. Otro es, y paren de contar, Montand, que puntualmente también trabajó en Estados Unidos y hasta puso bizca con sus feromonas a la mismísima Marilyn y quién sabe si incluso al propio George Cukor (El multimillonario). Sus portentosas actuaciones en obras de Clouzot, Melville, Delvaux, Costa- Gavras, Corneau, Claude Berri o GARÇON! El monstruo Montand Astelehena, 2022ko irailaren 19a 24 Claude Sautet Zinemaldiaren Egunkaria Sautet (o Frankenheimer, Minnelli y Cardiff) demuestran con creces su grandeza. Además, es el mejor cantante- actor del cine francés, y los ha habido muy buenos: Aznavour, Reggiani, Dutronc…; en este sentido, es el Sinatra europeo. Un monstruo.
Montand interpreta en Garçon! a Alex, maduro camarero de un restaurante lujoso, separado de su mujer, un tanto vanidoso, seductor y mujeriego y frustrado por no haber logrado ser el bailarín que anhelaba. La película se centra exclusivamen- PATHE REMM PRODUCTION te en él y en su día a día en lo profesional, lo personal y lo sentimental, capítulo que adquirirá especial relevancia cuando casualmente se encuentre con Claire (Nicole Garcia), a la que no veía en los últimos diecisiete años, e inicie con ella una relación. También tiene su punto de interés la historia de amistad entre Alex y su compañero de trabajo y de apartamento, Gilbert (una magnífica composición del entrañable Jacques Villeret). De escaso atractivo, en cambio, la subtrama del parque de atracciones que Alex se empeña en construir junto al mar.
Pero es, sin lugar a dudas, en la descripción de la rutina del restaurante donde Garçon! alcanza su esplendor cinematográfico, como ya demuestran los cinco primeros minutos. Asistimos a los desplazamientos de camareros entre cocina y comedor, cruzándose y esquivándose entre ellos en su acelerado recorrido, con un plato en cada mano y sirviendo eficazmente a la parroquia. Vemos la vorágine de la cocina, los gritos y broncas del chef (un perfecto Bernard Fresson). A los camareros pidiendo la cuenta al cajero, salseando las ensaladas o, con una paciencia de santo y buena educación, tomando nota a una clienta que no se decide por ningún plato y pide información y consejo. El espacio es grande y con mucho humo, las mesas están todas llenas y no habrá, entre cocineros y camareros, menos de veinte empleados en movimiento perpetuo. La cámara se mueve con elegante fluidez filmando este ballet espléndido, cuya belleza se multiplica debido a los muchos espejos que decoran el salón. Nunca el cine ha filmado de manera tan verosímil el bullicio de un restaurante en hora punta (la excepción sería John Ford en El hombre que mató a Liberty Valance). En este espacio, el prodigioso Montand se mueve como si hubiera nacido para ser camarero. Serge Daney, que detestaba Garçon!, elogió sin embargo a Montand por “su presencia bruta delante de una cámara”. Lo dicho: un monstruo.
Jordi Batlle Caminal