"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
La cineasta Laura Baumeister compite por el premio Kutxabank-New Directors con su primer largometraje, pero no es su primera vez en San Sebastián ni en el Zinemaldia. La hija de todas las rabias recibió en el Festival en 2019 el premio al mejor proyecto del VIII Foro de Coproducción Europa-América Latina y en la edición del año pasado se alzó con el premio de la Industria WIP Latam.
Ganar ese reconocimiento en 2019 le permitió cerrar la financiación y poder concretar el proyecto. Parecía que el sueño comenzaba a rodar, pero la pandemia llegó para frenar sus planes: “En Nicaragua no hay mucha industria cinematográfica y prácticamente todo el equipo era de fuera y tenía que viajar a Managua. Después de conseguir la financiación, en febrero de 2020, nos dispusimos a comprar los billetes de avión. Recuerdo que entonces comenzaron los rumores de pandemia y confinamiento”.
Esos rumores acabaron convirtiéndose en una pesadilla que detuvo el rodaje nueve meses. Fueron meses de incertidumbre global, pero Baumeister tenía claro que sacarían adelante el proyecto. Por eso ahora estar en New Directors y ver la película en la gran pantalla es un alivio inmenso para la directora nicaragüense.
La hija de todas las rabias parte de un paisaje emocional que impactó a la cineasta. “En mi método parto siempre de un sentimiento y de ahí busco el paisaje exterior. Quería hablar del abandono, la desolación, la ira y el enojo. La zona del vertedero de Managua es un paraíso tropical invadido por la mancha del ser humano”.
En La hija de todas las rabias seguimos a María, una niña de once años que vive junto a su madre, Lilibeth, al borde de un inmenso basurero. María pasa sus días en el basurero jugando y recogiendo pequeños objetos que encuentra interesantes. Su madre, por su parte, trabaja de vendedora ambulante e intenta sacar adelante a las dos. Un día consigue un trato económico cruzando a su perra para vender una camada de cachorros pura raza. La película comienza cuando, accidentalmente, María hace que ese trato fracase. Es entonces cuando su madre debe intentar enmendar la situación y deja a María en una fábrica de reciclaje mientras ella pasa un tiempo fuera. Al no regresar, María saca toda su rabia y coraje para encontrarla.
Puede que la fuerza y resiliencia de madre e hija en una realidad tan dura sea lo que ha hecho que la película haya sido seleccionada también para el premio XVI RTVE-Otra Mirada. Ayer se estrenó esta película, en la que el realismo mágico recupera la inocencia y la imaginación infantil que tantas veces nos ha permitido escapar de la realidad cuando nos es adversa, y que en el Festival de Toronto ha recibido una larga ovación.
Iratxe Martínez