"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Actriz de filmografía inabarcable, Juliette Binoche (París, 1964) lleva casi cuarenta años en el oficio poniendo su talento a las órdenes de algunos de los mejores cineastas contemporáneos. Porque, además, la actriz, siendo como es un auténtico icono del cine francés, desde muy pronto confirió una dimensión universal a su trabajo que le permitió trascender fronteras. De debutar prácticamente a las órdenes de Gordard en Yo te saludo María a involucrarse en mainstreams hollywodienses como Godzilla o Chocolat; de establecer relaciones de complicidad con directores como André Techiné o Leos Carax, a triunfar en la ceremonia de los Oscar con El paciente inglés. De trabajar a las órdenes de imprescindibles del cine francés como Louis Malle, Jean-Paul Rappeneau, Patrice Leconte o Bruno Dumont a frecuentar a los autores más radicales de la escena internacional (Krzysztof Kieślowski, Hou Hsiao- Hsien, Michael Haneke, Abbas Kiarostami, Naomi Kawase…). Su hoja de servicios resulta tan apabullante que no es de extrañar que la rueda de prensa que protagonizó la actriz en el Kursaal, previa a la ceremonia donde se le entregó el Premio Donostia, se convirtiera en una suerte de anecdotario donde los periodistas tuvieron a bien preguntar a Binoche sobre su experiencia de trabajo con tal o cual director.
El primer nombre en salir a la palestra, no podía ser de otra manera cuando no hace aún una semana que nos sorprendió la noticia de su muerte, fue Jean-Luc Godard: “Me acuerdo de la prueba que hice para él. Yo en aquella época trabajaba en un supermercado y tenía conjuntivitis. Él me hizo una prueba de cámara donde tenía que aparecer desnuda, peinándome el cabello y recitando un poema. Finalmente, no me eligió para ese papel, pero creó otro para mí. Trabajando con él me di cuenta de que el director no siempre es alguien que está ahí paya ayudarte. No fue una relación fácil, pero con él aprendí muchas cosas”. A partir de esta anécdota fueron sucediéndose otros nombres como, por ejemplo, el de Isabel Coixet, que será la encargada de entregarle el Premio Donostia, (“es rápida, culta, le encanta la poesía, la literatura, tiene una vitalidad que me recuerda a mi madre”) o el de Julia Ducournau, con quien la actriz está rodando actualmente una serie de televisión (“ella es el mejor ejemplo de que en el cine actual todavía pueden encontrarse verdaderas artistas”).
Y es que Juliette Binoche no parece muy amiga de las nostalgias y eso que un galardón como el Donostia parece la excusa perfecta para echar la vista atrás y hacer balance de una carrera. Sin embargo, cuando una periodista le preguntó si no echaba de menos la calidad que atesoraba el cine que se hacía en los 80 y los 90, la actriz fue contundente: “Yo soy una mujer que vive sobre el terreno, lo que busco en un guion son papeles que me desafíen a buscar dentro de mí misma cosas distintas. Yo creo que en el cine actual se siguen escribiendo muy buenas historias y que en los años 80 o 90 también se hicieron muchas malas películas, lo que pasa es que nuestra memoria hace un destilado y nos quedamos solo con las buenas. De ahí que idealicemos esa época”.
Por eso cuando ya casi al final de su comparecencia, otro periodista le sugirió si alguna vez se había arrepentido de rechazar algún papel, la flamante premio Donostia respondió con contundencia parafraseando a otra inmortal de la escena francesa: “No. Como cantaba Edith Piaf, ‘je ne regrette rien’”.
Jaime Iglesias