"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Cyril Schäublin nos recibe recién llegado del Festival de Toronto. Lleva todo el año de festival en festival desde la premiere de su segundo largometraje en la Berlinale, donde ganó el premio a mejor director de la sección Encounters. Unrueh / Unrest es un film ubicado en 1877 en un pueblo del macizo del Jura (Suiza), de donde proviene la familia del joven y galardonado director. “Vengo de una familia de relojeros. Mi abuela, mi bisabuela, mis tías-abuelas, todas trabajaban con esa pieza llamada regulador del corazón del reloj [unrueh en alemán de Suiza].”
¿Cómo, de esta historia familiar, llegó al personaje del pensador anarquista Piotr Kropotkin?
Ya sabía que hubo un fuerte movimiento anarquista en las fábricas relojeras de Suiza; de hecho los primeros sindicatos en Suiza fueron anarquistas. Cuando leí más, descubrí a Kropotkin y su visita a Suiza. En sus memorias cuenta con detalle el funcionamiento de las fábricas en Jura y como fue testigo de muchas discusiones políticas entre las obreras, mientras trabajaban.
Kropotkin puede parecer el protagonista, pero la película lo aban- dona durante buena parte de las escenas.
¿Tiene sentido que cuando hablamos ahora de ese movimiento anarquista solo hablemos de esos personajes famosos? Lo que era importante en ese momento era el sentido de comunidad. Y no hay casi información sobre esas mujeres. Lo que sí tenemos aún es su oficio, que se enseña en escuelas de relojería hoy en día. Así que podíamos reconstruir, no las biografías, si no su trabajo, el que hacían cada día durante doce horas. El protagonista es... casi la máquina en sí. Es interesante tomar el punto de vista de una máquina.
Unrueh no plantea un conflicto central, si no más bien una pro- blemática que nace a la vez que se expande. ¿Tiene que ver con su forma de encuadrar cada plano?
El encuadre es tan grande que el espectador puede escoger lo que mira. El centro está vacío y da espacio para otra Historia, descentralizada, similar a la de los ideales anarquistas.
La fotografía, el reloj, el telégrafo... todos fueron claves para la construcción de la sociedad actual.
Tuve que escoger de entre todas las tecnologías que estaban evolu- cionando exponencialmente en ese período. La imprenta es una de las que se quedó a fuera. Cuando haces una película sobre el pasado sientes cierto imperativo, crees que tienes que ajustarte a ese tiempo concreto de alguna manera, pero todo film histórico es un film sobre el presente. No hay ninguna forma de mostrar realmente el año 1877, es totalmente imposible. Es siempre un constructo, como el mismo capitalismo se construye a través de esos artificios tecnológicos, como es la medición del tiempo. Lo que escoges es una muestra de la perspectiva del presente, de nuestra actualidad, y no tanto del pasado.
M.B.