José Luis Rebordinos les llamó en mayo con una tentadora invitación: ser jurado de Zabaltegi-Tabakalera. Albertina Carri, Vanja Kaludjercic y Manuel Calvo darán el premio de la sección más abierta (o la más “atrevida”, como dice Kaludjercic) del Festival, dotado con 20.000 euros, de los cuales 6.000 serán entregados al director de la película ganadora y los 14.000 restantes al distribuidor del film en España. “Tuvieron buen ojo, como jurado somos un buen equipo”, dice nada más empezar la entrevista la directora del festival neerlandés. Está de acuerdo el coproductor de Cinco lobitos, que este año clausura fuera de competición la sección Zinemira en San Sebastián, Manuel Calvo: “Lo más importante es respetar la opinión del otro, y eso está pasando”. Albertina Carri, la reconocida directora argentina que ostenta la presidencia de este jurado, lo toma como una oportunidad de pensar en la gramática cinematográfica y siente como un desafío el hecho de valorar cortometrajes y largos a la vez. “Valoro mucho el hecho de poder ver una sección completa. Cuando vas a un festival como espectador no lo sueles hacer”, comenta Calvo. Kaludjercic resalta que eso también les permite entender la decisión curatorial del comité de selección y la diversidad que asume que hay en él: “Hay películas realmente opuestas y que conviven muy bien”.
La neerlandesa es la directora delFestival de Rotterdam, esa lanzadera de cineastas que retan el lenguaje. “Es un festival muy grande y representamos muchas cosas, pero diría que es muy Zabaltegi. La gente viene para descubrir esas voces rompedoras que despliegan un lenguaje propio con formas no convencionales, no necesariamente formales, sino también por cómo se acercan a sus temáticas”.
Para ese tipo de películas, Zabaltegi también es muy importante, pues no a todas les será fácil acceder a las salas comerciales, como dice Calvo, que se alegra de que aquí los cineastas las puedan compartir con un público entregado. Al preguntarles por algún rasgo o temática común que hayan podido identificar, los tres resaltan que están sorprendidos por la increíble variedad que la sección alberga. “Eso habla muy bien de la salud de la población cinematográfica mundial. No hay una obsesión por un tema político específico. Esa idea del ‘mensaje’ termina arruinando el cine. Hitchcock decía que los mensajes los entregan los carteros, no las películas. Es algo que hay que tener en cuenta”, explica la directora argentina; y siguiendo con la diversidad de Zabaltegi, añade: “No solo son primeras o segundas películas, sino que también nos podemos encontrar con directores prolíficos que siguen haciendo películas independientes y que están profundamente entregados a seguir explorando ideas de sus trabajos previos”. Trabajos que muchas veces se gestan en soledad, aunque hay una tendencia al alza en los festivales de todo el mundo: los programas de desarrollo.
“Estos laboratorios están para apoyar a los cineastas, incluso para encontrar coproductores para los proyectos, que, en caso de los no europeos, es siempre muy necesario”, cuenta Vanja Kaludjercic. Carri recuerda cómo cuando empezó su carrera esas ayudas no existían: “Son sitios donde discutir con cineastas de otros territorios y cinematografías y funciona muy bien. Así crecen las películas”, aunque a Manuel Calvo le preocupa que hoy en día se haya convertido en una necesidad. “Según cómo, parece que si no vas con el sello de un laboratorio o de un foro tu proyecto no es nada”.
¿Y cómo van a decidir el premio? “Yo tengo doble voto”, bromea la presidenta Albertina Carri. “¡No, no! Somos un jurado de tres, no soy presidenta de nada. Pasa muchas veces que acaba ganando alguna película que todos tenemos como segunda o tercera opción…”, y tiene muy clara la función de un jurado: “No se trata de imponer la película que más te interesa o te representa más. El jurado tiene que dar cuenta de lo que se conversó".
MARC BARCELÓ