Buena parte de las secuencias de Mado, uno de los films más profundamente desencantados de Claude Sautet, tiene como protagonistas a un grupo de hombres. Generalmente aparecen aprisionados entre las cuatro paredes de una estancia, en la empresa que preside y dirige Simon Leotard, interpretado por Michel Piccoli en su cuarta y última colaboración con el director después de haber interpretado personajes igual de pesimistas, pero menos oscuros, en Las cosas de la vida, Max y los chatarreros y Tres amigos, sus mujeres y… los otros. Discuten sobre negocios, ya que la compañía ha sufrido un fuerte revés y puede ser adquirida por otro empresario, a quien Simon define como un crápula. Caminan por la estancia, fuman, beben vino, revisan papeles, muestran preocupación. Un universo masculino nada distendido que Sautet y el director de fotografía Jean Boffety atrapan con una cámara que no les deja respirar.
Piccoli, Jacques Dutronc (primo segundo de Sautet), Claude Dauphin, Jacques Richard… ¿Un film sobre la masculinidad burguesa en la mediana edad? El punto de partida de Mado era una imagen, una idea, un concepto aún difuso: la inmovilización forzada de los personajes en un fango metafórico. “Lo cierto es que sí que quería ahondar, profundizar en la impresión de impás social que sentía por aquel entonces, bloqueando las escapatorias sentimentales y estableciendo relaciones más duras entre los personajes. Estaba invadido por un pesimismo negro, sentía una profunda desmoralización ante la imposibilidad de un cambio social”, le contó Sautet a Michel Boujut.
Sin embargo, la película se titula Mado, y Mado es el nombre del único personaje femenino de entidad con la excepción de Romy Schneider, que aparece en unas secuencias escritas expresamente para ella en las que encarna a una mujer triste y alcoholizada. Mado es una joven prostituta protegida por Simon, aunque ella no desea ser protegida por nadie. Mado es la oposición a ese mundo masculino atrapado en su propio destino. Es la luz y la oscuridad. La secuencia de apertura del film, antes incluso de los títulos de crédito, lo que no era muy habitual en la época, muestra el rostro de Mado medio en sombras mientras hace el amor de forma muy lenta, mirando a su amante, fuera de campo, con la frente perlada de finas gotas de sudor. El contraplano es el MADO Una introspección pesimista Osteguna, 2022ko irailaren 22a 20 Claude Sautet Zinemaldiaren Egunkaria de Simon, que después aprieta con fuerza la cintura de la joven al tener el orgasmo. Ella se deja caer a un lado de la cama, sin mirarlo, mientras él, imagen recurrente, enciende un cigarrillo. Mado es fría, porque debe serlo, pero en ese primer plano cerrado con que se abre la película comunica todo lo que será el personaje a lo largo del relato: la conciencia lúcida de una época convulsa. En la secuencia posterior, tras los créditos, Simon le presenta Mado a su padre y otros amigos que acaban de descorchar un Borgoña. El padre le pregunta que le parece el caldo. “Está bueno”, contesta Mado. Simon se apresta a decir: “Muy, muy bueno”. El padre se queda con la respuesta de ella, que es sincera. Mado es un personaje sincero en un mundo que se cae a trozos.
El film parte de un argumento propio de Sautet y uno de sus dos guionistas habituales de la época, Claude Néron, pero en realidad está inspirado en los personajes principales de “Un amor”, novela de Dino Buzzati. En sus páginas desfilan las relaciones de posesión y celos entre un decorador de cincuenta años –los mismos que tenía Piccolo al hacer la película– y una prostituta veinteañera, igual de joven que Mado. Sautet y Néron añadieron las relaciones de poder sustentadas en el dinero.
A Mado, de la que siempre recordaremos esa mirada y esos planos al inicio del film, la interpreta Ottavia Piccolo, una actriz de irregular trayectoria, aunque apareciera muy joven en El gatopardo, ganara en 1970 el premio de interpretación en Cannes por Metello, de Mauro Bolognini, y acompañara a Alain Delon en El Zorro de Duccio Tessari. Tanto confiaba en ella que Sautet retrasó seis meses el rodaje porque Piccolo estaba embarazada.
Quim Casas