La 70 edición del Zinemaldia coincide con el séptimo año en el que el Ayuntamiento de Donostia patrocina el Premio del Público Ciudad de Donostia/ San Sebastián a modo de homenaje a la ciudadanía y al público que cada año forma parte del Festival. Hablamos con el concejal de Cultura, Jon Insausti, sobre la implicación del Ayuntamiento con el Festival de Cine de San Sebastián y con este premio en concreto.
¿Cuál es el motivo por el que el consistorio donostiarra decide patrocinar este galardón?
El premio está estrechamente ligado a la evolución del propio Festival en estos 70 años de historia. En sus orígenes, el certamen estaba dirigido a la captación de estrellas para la promoción de la ciudad. En la actualidad, el Festival se ha centrado en potenciar su relación con la industria y con la formación, donde el público es el gran protagonista. La gran virtud que tiene el Zinemaldia es la capacidad de haberse adaptado a los tiempos y, sobre todo, de haber integrado al público en todo este proceso. Por eso, nos pareció una buena idea que existiera el premio del público.
¿Cómo valora que sea el público quién decida quién se lleva el reconocimiento?
Creo que es una de las cosas que diferencia a nuestro Festival del resto y es algo que muchos directores de otros festivales han alabado; el hecho de que el Zinemaldia sea capaz de integrarse tan bien en el día a día de la ciudad y que el público, amante del cine o amateur, llene las salas, en todo tipo de sesiones, tanto en las mañaneras como en las que tenemos a la noche. Este Festival no sería el mismo sin ese público militante.
La exposición “Imagina un Festival” es un buen ejemplo de la importancia que tiene nuestro público…
Exacto. Los ciudadanos han aportado muchas de las fotos de la exposición para que parte de ésta se pueda hacer también a través de ellos, los espectadores. Esa es la bonita metáfora que nos deja “Imagina un Festival”. Además, es el reflejo de cómo convive el Ayuntamiento de Donostia con el Festival. Nosotros, como Ayuntamiento, tenemos que estar dispuestos a crear el mejor contexto y ambiente posible para que esa relación se siga dando en la ciudad de forma natural.
¿Qué aporta el Zinemaldia a la apuesta de la ciudad por la cultura?
El Festival ha hecho una labor muy importante por la formación y por la industria. Es decir, traer a gente para que nos conozca y, en consecuencia, conozca la creación vasca. Además, a esto hay que añadir una clara apuesta por la formación: Tenemos Tabakalera como ejemplo, donde se está generando un germen que creo que, a largo plazo, nos va a aportar muchos beneficios. Lo importante de todo esto es, en esta perspectiva histórica, que nos demos cuenta de que el Festival que celebrábamos hace cinco años no tiene nada que ver con el que celebramos hoy y, seguramente, el que estamos celebrando hoy no tendrá nada que ver con el que celebremos en el 75 aniversario. Esa es una gran virtud del Zinemaldia. El cuestionamiento permanente es necesario para evolucionar y eso es algo que el Festival lo tiene adquirido.
Muchos han bautizado esta edición como la de la “vuelta a la normalidad”. ¿Cómo definiría este nuevo escenario?
Está siendo positivo. Había ganas de vivir la cultura al 100%. Desde este verano, la gente ha respondido muy bien a la oferta cultural y el Zinemaldia está yendo por la misma senda. El público ha protegido, ha vivido y ha disfrutado de la programación. Echando la vista atrás, debemos estar orgullosos de que nuestro Festival tuvo la capacidad de reinventarse y salvarse en momentos en que otros festivales decidieron no celebrar sus ediciones. Creo que eso habla mucho del espíritu y de las ganas de evolución y de adaptación que siempre tiene la oferta cultural de la ciudad y, sobre todo, el Festival. Mirando al futuro, creo que en Donostia y en el territorio se dan las condiciones propicias para generar un hub audiovisual porque todos los agentes importantes de creación se encuentran en el entorno: Unir lo pequeño y lo grande es la virtud que tiene el Festival.
MARÍA ARANDA